Ha pasado tiempo desde que Arthur descubriera el mundo de los Minimoys. No obstante, sigue enamorado de aquel mágico lugar y de su gente. Es por ello que aguarda con impaciencia la llegada de la décima luna para que vuelva a florecer el amor que siente hacia la princesa Selenia. Mientras espera, ha ido familiarizándose con la tribu afincada en los alrededores de la casa de sus abuelos para conseguir una mayor comunión con la naturaleza y con los Minimoys. Cuando todo está a punto para el deseado regreso, el sueño del reencuentro empieza a desvanecerse debido a un inquietante mensaje de socorro.
Con diez basta. Esto afirmó hace unos años el director Luc Besson, que parecía convencido de que su carrera cinematográfica como realizador llegaría a su fin cuando alcanzara la decena de proyectos. Pero todas las obras a favor de la comunidad que tanto tiempo debían absorberle para mantenerle lejos de las cámaras al final no debían ser para tanto, porque el autor que en teoría debía despedirse con ‘Arthur y los Minimoys’ vuelve a la carga con la segunda entrega del universo poblado por seres en miniatura de orejas picudas. Después de ver esta nueva incursión en el mágico jardín de la familia de Arthur, hubiera sido preferible que Besson hubiera seguido con sus quehaceres más cotidianos. Pero poderoso caballero es Don Dinero... y fiel aliado es Don Relleno.Esto es algo que la televisión lleva largo tiempo practicando. Uno de los puntos a favor de las series se halla en la propia concepción de su formato, y es que al gozar de numerosos episodios (los que hagan falta... siempre que se cuente con el favor del público, obviamente) se dispone de más tiempo para desarrollar de forma satisfactoria la historia y los personajes. El problema es que las exigencias de la guerra por el share a veces hacen que el producto se alargue en exceso. Es ahí cuando entra en juego el conocido factor “relleno” (lo que eufemísticamente se llama capítulo de transición), que grosso modo es cuando los guionistas hacen que la trama principal pase a un segundo plano para centrarse más en peripecias que proporcionen gozo inmediato pero poco perdurable. Véase a modo de ejemplo a Goku sacándose el carné de conducir, o los tan odiados flashbacks de la pareja coreana de Perdidos... o cualquier capítulo de Héroes posterior a la primera temporada.
Lo que tenemos con ‘Arthur y la venganza de Maltazard’ es el traslado al cine de uno de los peores vicios de la pequeña pantalla. Confirmándose esta franquicia como una trilogía, el segundo episodio es claramente una película de relleno. Y es una lástima, ya que reconozco que había conseguido conectar bastante con aquel colorista mundo subterráneo. Un mundo claramente dirigido al público infantil pero que no discriminaba en exceso a los mayores, gracias a su despliegue visual (para algo hablábamos del proyecto más ambicioso hasta la fecha de la animación europea) y a detalles como el acertado dibujo del malo de la función, ese ángel caído deforme pero elegante; cómico pero aterrador; patético pero majestuoso. Es por ello que el título de esta cinta despertó en mí esperanzas de poder seguir con el disfrute inocentón de las aventuras de Arthur y compañía.
Pero Luc Besson no está por la labor. Pasan los minutos, se suceden las escenas y no se entra en materia. Intento ponerme en la mente de los chavales a los que va dirigido el producto para tratar de ser más indulgente con lo que se ve, pero ni con esas. Porqué no hay por dónde coger este pastiche de gags sin ningún nexo aparente y cuya capacidad para divertir es casi nula. Van cayendo los minutos, y cuando parece que va a suceder algo interesante aparecen los títulos de crédito finales. Todavía con cara de tonto, trato entender cuál ha sido el propósito de este desastre. ¿Preparar el terreno para una futura película? ¿Mostrar a la chiquillada que el ecologismo es guay? ¿Engrosar la cuenta corriente del director? ¿Hacer campaña a favor de Lady Gaga de cara a los Grammy? Si es eso último, la venganza de Maltazard -al igual que en la propia película- llega tarde, ya que la mayoría de galardones del mundo musical ya fueron concedidos a Taylor Swift y Beyoncé. Por cierto, se dice que la ex de los Destiny’s Child no lució demasiado en la alfombra roja. Debería haberse tomado más tiempo eligiendo el vestido para desfilar ante las cámaras, cosa que sí hizo Katy Perry, que estaba radiante. Total, puestos a poner relleno...
Nota:
3 / 10
Por Víctor Esquirol Molinas
Sin ser nada dl otro mundo, yo tmbn pasé un buen rato con la primera... pero para esta t recomiendo q vayas con las xpectativas bien bajas .
Que desastre de final, no recuerdo haber visto nada parecido
Nota: 3,5.
Y es que si depositamos la confianza en la aventura animada, apañaos vamos. Que vale, que la ciudad de los Minimoys cuenta con un gran colorido, los personajes están bien caracterizados y hay alguna que otra carreruca para aliviar tanto tedio, pero la sensación de paja sigue ahí. Un guión demasiado pastoso y trascendente. Y así hasta el final van intercalando animación con los Rapa Nui danzantes en el jardín de la casa de Arthur. Sinceramente a mí me daban vergüenza ajena, al igual que el abuelo cebolleta o el gilipollas del padre. Lo de los créditos finales ya fue el colmo como bien apunta reporter. No se me olvidará de la cabeza ese "Poker Face" ecualizado...
Joer, que Luc Besson siempre ha molado...
Un 2.25/10.
No sé cómo será la tercera, quiero creer que no es muy complicado ser un poco mejor que la segunda. En "Arthur y la venganza..." no hay manera de centrarse nunca en la historia y cuando crees que por fin lo has conseguido, se acabó. La cara que se le debe quedar al espectador, como la que se me quedó a mi, deben ser para hacernos una foto.
En fin, una más para olvidar...
Nota: 1/10 ( por no ponerle un cero que siempre queda un poco mal)