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'Amerrika': MacFalafel

Vía El Séptimo Arte por 14 de enero de 2010

La gris existencia de Muna en Palestina está marcada por un matrimonio fracasado, las facturas que debe afrontar para llevar a su hijo a una escuela privada y los constantes controles militares que no hacen más que entorpecer su vida laboral. Todo eso cambia el día en que recibe un permiso de trabajo y residencia para los Estados Unidos. El miedo a partir se diluye con la esperanza de iniciar una vida nueva cargada de posibilidades. Pero al poco tiempo de pisar suelo americano, ella y su hijo descubrirán que al otro lado del charco, las calles no están precisamente pavimentadas en oro.

No importa que la actual crisis financiera haya dejado al descubierto las vergüenzas del sistema consumista desmedido; no importa que el último Premio Nobel de la Paz se haya cargado de ironía para remarcar las tendencias continuistas de la tan pregonada revolución política demócrata. Los Estados Unidos no atraviesan precisamente su mejor momento, se ven ya algo desfigurados, algo que de forma casi involuntaria nos da a entender el propio título de la cinta. Lo que pasa es que el resto de países resulta que están peor. O al menos esto se nos hace creer con tal de que el imperecedero sueño americano siga siendo un caramelo más que apetecible.

Bajo esta premisa arranca ‘Amerrika’, filme de presentación de Cherien Dabis. Miedo me daba el que una guionista de la factoría Showtime -en tierras americanas, conocidísima cadena de televisión por cable- se encargara de llevar a la gran pantalla un drama sobre la inmigración. Por la propia naturaleza del tema, y sabiendo de los trabajos más próximos de la directora debutante, no era de extrañar que todo se acabara traduciendo en una excusa para regodearse en la miseria más morbosa. Por suerte los temores, lejos de materializarse, acaban tornándose en la principal virtud de la película. Es cierto que siempre está la impresión de que no se nos está contando nada nuevo. También lo es el que la frecuentación de algunos lugares comunes del género hace que la historia chirríe en algún que otro momento. Pero por encima de todo prevalece el tono con el que se nos relatan las vivencias de Muna (buen descubrimiento el de Nisreen Faour) y compañía, que rebosa veracidad y -sorpresa- optimismo.

Y eso que el planteamiento de la historia hace que esperemos lo peor. A saber, Dabis sitúa la acción en el momento en que la sociedad americana sentía más fobia hacia el mundo árabe, merced a los primeros compases de la Guerra de Irak, y a la satanización de la cultura islámica orquestada por la administración Bush. Ciertamente la bienvenida que reciben los inmigrantes a la tierra de las oportunidades no es tan cálida como hubieran deseado; como no podía ser de otra forma, hay personajes estereotipados dispuestos a ejercer de malos malísimos de la función, dando así continuidad a la visión maniqueísta del mundo de la que tantas veces se resiente este tipo de películas.

Sin embargo ‘Amerrika’ gana enteros en el retrato de la familia protagonista, tanto de los miembros que acaban de llegar, como de los que ya hace tiempo que están asentados en “tierra extranjera”. Con una cámara inquieta y siempre próxima a los personajes, se forja buena parte de la identidad indie del producto y se consigue insuflar un aire intimista a la vez que se transmite el miedo (muy acertado el uso de la técnica en el momento en que Muna pasa uno de los controles que separan el territorio palestino del israelita) y la incertidumbre de esos seres que luchan por no ser marginados, que en cierta medida están acomplejados, y que en el fondo todavía no saben si abrazar o repudiar un nuevo mundo que pone a prueba la unidad del conjunto y que igualmente les es acogedor y hostil.

Una hostilidad que a pesar de todo no consigue empañar el hecho de que en cada esquina haya una nueva oportunidad para la integración y para mostrarnos las bondades de la mezcla cultural. Ya sea en el colegio para hacer ver a los embobados alumnos que la realidad no es siempre la que dibujan los mass media, ya sea en la hamburguesería en la que se está a punto de descubrir que el sagrado fast food puede ser enriquecido por gastronomías más exóticas. Todo vale para hacernos llegar un mensaje al que se le puede acusar de caer a veces en obviedades, pero al que difícilmente se le puede reprochar su espíritu contagiosamente esperanzador. De modo que ya lo saben, los garbanzos han dejado claro que hay vida después de la salsa barbacoa. Lo que ha unido la comida rápida, que no lo separen los prejuicios.

por Víctor Esquirol Molinas

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Comentarios

  • Avatar de Wanchope
    Wanchope 08 de Enero de 2010, 11:00:12 AM
    Con R de Rancia y abuRRida

    Un drama tan centrado en su razón de ser y delimitado en sus ambiciones que casi todo lo que se nos cuenta parece forzado, artificioso, gratuito y previsible. Independientemente de su base real, huele a molde prefabricado con escuadra y cartabón. Le falta alma a un relato anodino que no funciona por la frialdad que destila sus propias maneras narrativas e intenciones políticas, y cuya dirección se deja llevar por el argumento sin querer siquiera plantarle cara más allá de unas pinceladas de brocha gorda.

    Tan floja que su hora y media de metraje se hace pesada, no le pondría más de un 4.0.



    Pd: gracias Repo, me has ahorrado el trabajo ya sabes de que.  :guiñar