'Alma salvaje': El viaje de la vida
Me pregunto, antes de nada, en qué medida acudimos a ver una película pre-convencidos de lo que vamos a ver. Ante un precio no siempre justo un espectador mínimamente coherente se debería de informar, aunque sea sólo lo justo, de lo que sea que acuda al cine a ver, y por lo tanto si de él depende poder tomar una decisión que se ajuste, en principio, lo máximo posible a su sensibilidad. No siempre es así, si bien resulta cuanto menos improbable, por más que se intente y ante el acoso virtualmente al que uno es sometido (a poco que se preste al juego), el enfrentarse a una película desde la ignorancia más absoluta salvo, si acaso, durante un Festival o similares.
Hay una teoría deportiva tan válida como otra cualquiera que asegura que los partidos se ganan antes de jugarlos, en la previa y no durante el juego en sí mismo. Puede ser perfectamente atribuible a una cuestión de carácter, de saltar al terreno de juego con la plena convicción de hacerlo para ganar: que luego las cosas salgan o no, ya es otra cosa. Pero la mentalidad es desde luego una muy buena carta que llevar bajo la manga. Y eso es algo que, en gran medida, se puede aplicar al mundo del cine en donde el terreno de juego, para los profesionales, es la sala de proyección a la que llegamos marcados por las circunstancias del momento, y condicionados por las impresiones y experiencias previas.
En el caso de 'Alma salvaje', ya que se supone que no estamos divagando por el mero hecho de divagar, un servidor acudió condicionado por los recuerdos de haber caminado desde Oviedo hasta Santiago de Compostela en compañía de un par de amigos. No es lo mismo porque apenas se parece, pero sí es una experiencia que ayuda a comprender mejor la nueva película de Jean-Marc Vallée, director de 'Dallas Buyers Club' que ratifica su solvencia y generosidad en el ejercicio de su profesión. Porque lo que trata de representar la película es lo mismo que viene a representar el libro de Cheryl Strayed en el que se inspira, que para encontrarnos a nosotros mismos antes necesitamos perdernos.
Es eso en suma, del viaje de la vida de lo que habla 'Alma salvaje'. En los últimos 6 años aquella caminata de 300 y pico kilómetros que palidecen ante las mil millas del Sendero de las Cimas del Pacífico ha sido, prácticamente, la única vez que un servidor ha desconectado por completo de la presunta realidad. Y en ese sentido, y en proporción, me he visto perfectamente reflejado en el personaje y pensamientos de una Reese Witherspoon capaz de aguantar sobre sus hombros todo el peso de la película. Hasta tal punto que uno, ya sea durante o al acabar la película, rememora unos recuerdos que le incitan a volver a meterse un país en la mochila y a tirar para adelante con una sonrisa.
Ese es posiblemente el principal valor de 'Alma salvaje', su carácter conciliador para con uno mismo. Sin ser un gran filme que uno vaya a llevarse de viaje, si posee ese encanto y buenas maneras como para que su visionado se diluya con agrado ante nosotros sin darnos cuenta, y cuya garantía es lo difícil que resulta encontrar un plan B mejor. Incluso acompasar su ritmo al del viaje o el soliloquio final teñido de ese tono inspirador tan de Galleta de la Fortuna, se entiende una vez se asuma que el camino se hace al andar, que decía Antonio Machado. Porque no hay por qué malinterpretar las bondades de 'Alma salvaje' y confundirlas con las de alguna de las hojas de ruta que tanto gustan por cualquier industria.
Andar es el camino para apreciar los matices que hacen de 'Alma salvaje' una producción muy superior a lo que un ojo vago puede apreciar. Sin ser salvaje el libreto de Nick Hornby, casi siempre más incisivo en las librerías que en los cines, tiñe el relato de ese tono entrañable que tan bien se le da al novelista británico, una historia de inspiración que hace hincapié, para variar, en que son las pequeña gestas las que nos hacen grandes ante nosotros mismos, y que no hay nada como, con humildad, encontrarse a uno mismo para merecer ser visto por los demás. Una lección, he aquí la diferencia, que Jean-Marc Vallée y Reese Witherspoon pregonan no sin antes haberla aprendido primero.
Nota: 7,5
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
El montaje a modo de flashbacks es necesario tanto para conocer los motivos de la protagonista como para amenizar un viaje poco estimulante para el espectador, como suele ocurrir y más en este caso en particular la reflexión que nos deja cobra mayor importancia que la propia travesía o el por qué de la misma, eso es para mi lo mas destacado junto con la buena actuación de Reese Witherspoon.
Salvaje de alma. Nota: 6.
Algunos dicen que le dieron más valor por ser mujer, pero yo no creo que la película hable de eso, sino de que se encuentra a ella misma y empieza a quererse, valorarse y a aceptarse muchísimo más que en su pasado. También la película demuestra algo que a veces pasa en la vida y es que nos pensamos que solo hacen cosas heroicas los cachitas o los musculosos, a veces en la vida gente que ni te esperas, gente ñoña o gente supuestamente débil, hace cosas que otra gente supuestamente más fuerte no puede hacer, cuantas veces habré visto yo con mis propios ojos a tiarrones que en 2 días se han ido de mi trabajo (del bingo) porque no aguantaban 12 horas de pie, porque les dolía la espalda y en cambio a tíos como yo o como otros, que no tengo ni un músculo, que hemos estado años y años, y por la crisis que sino seguiríamos.
La película habla de algunos valores muy bonitos, que no todo es blanco y negro, que en la vida no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, también que la vida hay que tomársela bien o al menos intentarlo como le pasaba a la pobre madre y que siempre hay alguien peor que nosotros, siempre.
Al contrario que algunos de vosotros, yo hubiese preferido más escenas del recorrido y menos del pasado, pero eso puede ser porque a mi me gusta la montaña y el senderismo, y siempre disfruto con bellos paisajes, así que mi opinión en esto no soy objetiva.
Me ha gustado que la película nunca ha intentado convertir a la protagonista en un icono de nada, ni en una super-mujer o super eventurera...No, es una chica corriente, llena de ampollas, llena de miedos, que no puede con la mochila, y que sin embargo, la vida que tiene ante si la asusta todavía más. Me gusta ese final, cuando cuenta lo que fue de su vida al terminar el camino... todo muy sencillo, una vida muy normal, pero que antes para ella era algo imposible. En otras películas se termina diciendo: ".... un mes después O'Connor empezó la carrera de medicina. Al acabar empezó a trabajar en un laboratorio donde descubrió la cura del cáncer de páncreas. A los 30 años ganó su primer premio nóbel de medicina....actualmente transplanta cerebros humanos a gorilas con gran éxito".
Es una película sencilla, porque a veces la vida que nos hace felices es así: sencilla.
7/10
De hecho es el gran logro de la película. Estoy virtualmente harto de la imagen que dan muchas películas, especialmente norteamericanas, en el que el "bueno" siempre acaba "triunfando" poco después de que le arenguen con un "lo importante es participar". Y es que si no triunfa es automáticamente un fracasado, o lo parece. Y esa es una de las cosas que más me gustan de 'Alma salvaje', como dices: que simplemente habla de hacer las paces con uno mismo, de ser feliz sin tener en cuenta si has "triunfado" o "fracasado", simplemente "si has vivido".