Entretenida... pero simplemente entretenida, tal cual sea dicho de forma lo más estricta posible. En su descarada apuesta por cumplir pase lo que pase, pese a quien pese y al precio que sea con la más básica de las promesas de toda producción comercial, la de entretener, '30 minutos o menos' no ofrece nada que se escape de los márgenes del más puro, sencillo y plano entretenimiento, de aquel que si bien cumple el mínimo no ofrece nada más que eso mismo, unos muy ajustados 80 minutos que sirven perfectamente como pasatiempo pero que no avanzan ni un paso delante de dicha distracción pasajera y momentánea, y de tal manera que podríamos comparar su efectividad a la de un sketch de un programa de humor como el de José Mota en el que la simpatía que se pueda tener hacia el objeto del deseo marque la diferencia fundamental para colocar al producto a un lado o a otro de esa fina línea que separa el aprobado del suspenso.Por valer como potencial pasatiempo llegado el caso hasta rascarme los huevos -perdón por la grosería- con una, dos o hasta tres manos (mejor no preguntar...) puede valer como tal si no hay una alternativa que haga de este gesto tan masculino una bravuconada molesta. Porque eso es más o menos '30 minutos o menos', un filme que nos puede valer como tal pero al que su título viene que ni pintado para calcular el tiempo en que se tarda tanto en entregar una pizza como en olvidar la película, y por qué no, también representa el tiempo aproximado de media que empleamos al día los españoles, ya que ha salido el tema, en tocarnos los mismísimos... por valer puede valer, sí, pero según como tengamos las 24 horas del día la poco más de una hora que conlleva invertir en la película bien puede ser un precio muy alto para algo que es perfectamente prescindible. Y eso que apenas si llega a la hora y cuarto de película, motivo de agradecer en una época en la que muchas películas sobrepasan de forma muy temerosa las dos horas (y pico) de duración aun no teniendo nada que decir que las justifique (caso de por ejemplo 'La boda de mi mejor amiga').
En no pocos sentidos enfrentarse a una segunda película es mucho más complicado que enfrentarse a una ópera prima de la que nadie tiene por qué esperar nada en particular (salvo si acaso una subvención en según qué países...). En multitud de ocasiones el recuerdo de una primera vez se erige en una alargada y amenazante sombra que da fuerzas a una exigencia -ya sea virtual, personal o figurada- que obliga a ser muy cuidadoso con la decisión de si seguir o no por el mismo camino... Eso es lo que le ocurre a Ruben Fleischer con esta '30 minutos o menos', una cinta que por intenciones está llamada a revalidar los resultados de su ópera prima, 'Bienvenidos a Zombieland', un filme que si bien tampoco era la maravilla que aparentaba ser sí consiguió al menos hacerse valer sobre todo por su inusitada capacidad para resultar de lo más simpática y dar forma a un par de personajes con más de una dimensión. Así, de la misma manera que por ejemplo Frank Darabont decidió rodar en su momento 'La milla verde' en vez de 'La niebla' por continuar en la misma línea de su celebrado debut con la magistral 'Cadena perpetua', Fleischer apuesta por repetir con una producción pretendidamente ágil, rápida y simpática que finalmente se queda en poco más que las intenciones, si es que alcanzan, al confundir los valores de aquella con la simpleza y precipitación, haciendo notar que detrás de '30 minutos o menos' no hay nada de nada.
'30 minutos o menos' si bien cumple de forma eficaz su cometido de entretener la propia simpleza con la que está envuelto este cometido hacen de ella un filme sin alma, frío, carente de esa cualidad capaz de hacer de un filme algo más emocional que la sucesión mecánica de imágenes en pantalla. En una palabra, un filme que causa plena indiferencia y que guste o no es prácticamente imposible que genere algún tipo de debate... porque literalmente, da lo mismo. Su visionado no incomoda, el ritmo nunca decae, no hay nada en particular que moleste y hay escenas con las que puedes echarte unas risas... pero en caso de estar en casa y con el mando en la mano el simple zumbido de una mosca podría despistarnos lo justo como para que nos tiente la idea de darle a algún botón, ya sea el de otro canal o el de apagado. Prueba de esta indiferencia, de este lo mismo me vale que me vale lo mismo, la propia película termina apenas unos segundos después de que concluya, por decirlo de alguna manera, sin ningún tipo de epílogo que cierre la vida, obra y milagros de sus personajes, especialmente los secundarios, y dando a entender que a ella misma es la primera que le trae sin cuidado lo que está contando. Y así es, y ni tan siquiera la posible empatía que pueda despertar un reparto que parece simpático aun sin serlo es capaz de levantar un sketch sin oficio ni beneficio al que sólo un humorista en plena forma podría darle vida... o al menos la apariencia de esta.
'30 minutos o menos' me recuerda a 'Reacción en cadena', el filme que Keanu Reeves rodó con el director de 'El fugitivo' a rebufo del éxito de 'Speed' a mediados de los 90. Ambos filmes comparten la misma idea de reducir sus respectivos discursos a lo más básico, de centrarse exclusivamente en aquello que supuestamente el público quiere ver, de erradicar de su metraje cualquier elemento superfluo que no incida directamente sobre la línea argumental principal de la película para así tratar de hacer de ellas producciones tan dinámicas como lo era (y sigue siendo) sin ir más lejos la citada 'Speed'. Y ambas fracasan en su vano intento por un mismo motivo, la simpleza de que si bien la salsa del fútbol son los goles los minutos que rodean a estos son los que dotan a un partido de emoción, y que adaptado a lenguaje cinematográfico quiere decir que, básicamente, uno salía de ver 'La jungla de cristal' contento de haber conocido a John McClane... uno sale de ver '30 minutos o menos' sin saber los nombres de ninguno de los personajes; es más, sale de ver la película sin saber nada de ella, tan sólo que ha consumido unos noventa minutos de su vida que como otros tantos no recordará en su lecho de muerte... pero que tal vez, sólo tal vez, hayan dotado de fundamento los minutos que sí que recuerde.
Nota:
5.0
por Juan Pairet Iglesias