'Sicario: Día del soldado' - Papel carbón
'Sicario: El día del soldado' carece de la solidez, la contundencia y/o la fuerza de la primera película, pero es una buena prolongación de la misma que nunca le pierde la cara a la jugada. Es una película solvente y por momentos muy apreciable, aunque con el principal hándicap de no ser tan redonda como la película que la precede... como la película a la que imita... como la película que intenta ser.
Como escribí en su momento, en aquel 2015 tan lejano, de haber caído en manos poco aconsejables 'Sicario' podría haber sido una "pedrada" en dónde lo único importante es que al final el "malo" muriese en manos del "bueno". Pero no, cayó en tan buenas manos como las de unos productores que tuvieron a bien pensar en alguien como Denis Villeneuve antes que en no sé, un Eli Roth cualquiera.
Ante la aparente imposibilidad de contar con Villeneuve, sus responsables han tenido a bien pensar para su secuela en alguien como Stefano Sollima, realizador que ya se ganó el cielo tras dirigir los 22 capítulos de esa maravilla llamada 'Roma Criminal'. Aunque hay "un pero". Un pero que no lo es tanto aunque a su vez, lo sea porque lo es: Que parece que Sollima está intentando hacer de Villeneuve.
Es normal... es comprensible... y además, las cosas como son, es lo suyo. Como buena secuela, 'Sicario: El día del soldado' reincide en el tono de su original intentando hacerse fuerte allí en donde aquella se hizo valer como lo que es. Como lo que es, y como lo que le ha permitido producir esta misma secuela. El problema, lo dicho, es que no está a la misma altura que aquella... y eso se deja notar.
Pero no, antes de que cunda el pánico advertir que no se trata de un caso de secuela inferior al original; más bien, o siendo más justos, se trata de un caso en el que la secuela no es tan buena como el original. O más bien, tan redonda como el original. A 'Sicario: El día del soldado' se le notan algunas costuras, o en cierto sentido, que está dibujada con la ayuda de aquel papel carbón tan de EGB.
Así pues, aprovechando la coyuntura, se podría decir que 'Sicario: El día del soldado' es la Eurocopa que España ganó en 2012. Todo los españoles se acuerdan de aquel gol de Fernando Torres -del que hoy se cumplen 10 años, por cierto- en la Eurocopa de 2008, pero pocos atinan con un recuerdo concreto de la de 2012 salvo que se ganó. Porque fue lo mismo... pero a su vez fue no fue lo mismo.
Dariusz Wolski es muy bueno, pero no es Roger Deakins. Hildur Guðnadóttir también es bueno, pero tampoco es Jóhann Jóhannsson. Y lo mismo se puede decir de Sollima respecto a Villeneuve, sin que por otro lado Taylor Sheridan acierte en su guión a elaborar un personaje femenino como el de Emily Blunt mientras que Josh Brolin y Benicio Del Toro se dedican a recolectar lo sembrado en la primera.
Pero no es sólo que la calidad de juego sea relativamente inferior o su condición de falsa imitación inherente a toda secuela que, a diferencia de 'El mito de Bourne', se limita a perpetuar el mito en lugar de a explotarlo. Es que simplemente, ha llegado después. Y eso cambia nuestra perspectiva: 'Sicario: El día del soldado' es una buena película, pero tras ese "después" no es más que una buena película.
Está bien, a secas. Porque en el cine, el orden de los factores sí altera el producto.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex