'Robin Hood (2018)' - Príncipe de los poser
No sé vosotros, pero cuanto más películas veo sobre Robin Hood, más crece mi respeto y amor por la versión de la historia que protagonizó Kevin Costner allá por 1991, en el mejor momento de su carrera. Sinceramente, no sé si para los cánones actuales aquella película puede ser considerada un clásico o un referente... pero para mí es las dos cosas. Por méritos propios, principalmente, pero también porque las sucesivas versiones así lo han ido disponiendo.
"Sucesivas versiones" como si fueran muchas cuando en realidad, creo, que son sólo dos: la de Ridley Scott de 2010 y esta que nos ocupa de 2018. Pero claro, hablamos de un personaje del que aunque no sepamos nada, parece que lo sabemos todo. La sensación, esa sensación a historia ya de sobra conocida que parece que sólo Disney es capaz de reciclar con éxito. La sensación, esa sensación a historia a la que poco cabe añadir que merezca ser añadido.
Seamos justos: Su reparto no tiene la culpa aunque se hayan prestado a dar la cara, como tampoco la tenían los que dieron la cara por 'Rey Arturo: La leyenda de Excalibur'; en ambos casos, suponemos por un buen pellizco. O tal vez sí: Las intenciones de este nuevo 'Robin Hood' son tan claras que pocos se sorprenderán del resultado. Uno que, como habrán imaginado, la sitúa en la misma línea de flotación que la mencionada película de Guy Ritchie.
Otto Bathurst, por alguna razón, juega a lo mismo que jugó el mencionado Ritchie con aquella otra leyenda igualmente de sobra conocida. A elaborar -es un decir- una especie de cruce entre 'Fast and Furious', las series del Arrowverso y la estética de la MTV, cadena que sinceramente desconozco si sigue existiendo. Un desfase mil millonario que pretende convertir "un clásico" en "algo moderno" mediante el equivalente cinematográfico a un filtro de Instagram.
No es que este 'Robin Hood' sea un desastre, es que simplifica tanto las cosas que, en honor a un entretenimiento ruidoso pero hueco, despoja al personaje y a su historia de cualquier encanto. Yo soy el bueno, tú el malo; prepárate para morir. Fin de la historia. Todo se vuelve tan vacío como idiota, por cuanto además, parece que nadie se ha molestado en aportar dignidad -más allá de lo estético- a una producción, se intuye, con la que más de uno sabía que no iba a ninguna parte.
Seamos justos: Este 'Robin Hood' lo tenía mal desde un principio. Parece evidente, como evidente parece que a nadie le importaba nada salvo recoger su sobre, cumplir y que el marrón se lo comiera otro. Una película, no precisamente barata y con la descarada intención de ser una franquicia, que tirando de prejuicio de quién ya roza los 40, se pone guapa y coqueta para sacarse una foto delante de un monumento nacional en el que sólo aparece su cara.
Vamos, que si Kevin Costner fue el "príncipe de los ladrones", Taron Egerton lo parece "de los poser".
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex