'Star Trek: Sin límites' - Más pacá que pallá
Hace un par de días paré en un semáforo a la altura de una marquesina de autobús en la que había un cartel de 'Star Trek: Sin límites', película que vi hace tanto tiempo -tres semanas- que me parece una eternidad. Me quede mirando el cartel durante varios segundos, los que me permitió aquel semáforo, y me puse a pensar: ¿qué recuerdo ahora mismo de la película? Si soy sincero no mucho, prácticamente nada que no me pueda recordar su correspondiente anuncio cuando lo veo por televisión.
Que a efectos prácticos es lo mismo que me ocurre con la anterior entrega de la franquicia, 'Star Trek: En la oscuridad', de la que a estas alturas de la vida no recuerdo gran cosa... que no me pueda recordar cualquier material promocional que me pueda encontrar por ahí y ante el que sin duda responderé con una sonrisa. Algo normal por otro lado pues a la larga, o tal vez no tan a la larga, uno acaba olvidándose de los detalles y reduciendo a lo básico todo aquello que no le ha marcado de manera especial.
¿Hace falta haber visto las dos entregas anteriores para ver 'Star Trek: Sin límites'? Si y no, pero por nada en especial; depende de si conoce aunque sólo sea de oídas y de manera muy vaga lo que acontece en la Enterprise, con permiso del Halcón Milenario la nave más conocida de la galaxia... y a la vez más temida habida cuenta de su afición por caer en acto de servicio. Nada nuevo bajo el sol a lo que perfectamente podríamos tildar de no ser más que "un capítulo más" en dónde básicamente ocurre lo que tiene que ocurrir.
Como cuando allá por los años noventa un servidor se ponía a ver 'Los Expedientes Secretos X' porque su hermano lo veía, en una época marcada por la dictadura de unas televisiones que marcaban los horarios de nuestras vidas. A mí no me importaba prescindir de los servicios de Mulder y Scully por una semana. O dos. O tres. Bastaba con tener conocimiento de causa, y la certeza de que hacían lo que desde fuera parecía que hacían siempre, que es lo mismo que 20 años después uno cree recordar que era lo que hacían... siempre.
Esta tercera entrega viene a ser más o menos lo que cabe esperar de esta nueva versión de la franquicia apadrinada por J.J. Abrams. Y a su vez, vendría a ser más o menos lo que cabe esperar de un serial episódico como lo fue Star Trek en su momento. La buena noticia, la principal, es que el relevo en el banquillo apenas se nota toda vez que los jugadores ya saben a qué juegan. Justin Lin no cambia el sistema de juego y cual Del Bosque tira de una herencia que sigue funcionado casi, casi como el primer día.
Esta tercera entrega está bien, cumple lo que promete y lo que se dice "molar" mola como podía "molar" lo dicho, la segunda entrega. El problema es, si acaso, su carácter claramente episódico. Como si fuera un capítulo cualquiera de una serie, a la hora de la verdad es como si de principio a fin no hubiera pasado nada. Es una nueva aventura que puede estar tan bien como a la vez servir como distracción prescindible, sin hacer gala de ningún elemento particular que la hagan destacar de manera especial dentro de lo que sería 'Star Trek'.
En ese sentido no es una película que haga afición. Reincide en lo ya visto con gracia y mucha espectacularidad pero, parafraseando a su título, no va más allá de lo habitual y siquiera amaga con sorprender, reduciendo su nivel de incertidumbre a lo mínimo y acostumbrado. Y al no ser especial o sorprender, por mucho que pueda gustar, ser entretenida o tener algún que otro instante prometedor es difícil entusiasmarse con ella. La maldita sensación agridulce de ser aquello que esperas que sea, ni más ni menos.
No obstante no dejemos que esta circunstancia nos estropee un película que bien vale el precio de una entrada y unas palomitas, y que sirve perfectamente para lo que sirve y tiene que servir. Al fin y al cabo sin la sombra de las anteriores sería libre de crecer hasta ser virtualmente las otras. O casi como las otras: A los puntos podría estar al mismo nivel que la segunda, o como si lo estuviera... que tiro de sensaciones, no de recuerdos como con la primera, la de 2009, esta sí que sí en ese peldaño por encima del resto que confiere un recuerdo nítido e imborrable.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Ha sido un divertido alto en el camino de la Enterprise, esperemos que para títulos futuros realmente vayamos "Más allá" en todos los aspectos y nos acerquemos a la tan citada última frontera...
6.5
+1 Ambas son buenas pero la segunda destaca sobre la tercera por la impresionante presencia de Benedict Cumberbatch, el mejor villano hasta ahora. Personalmente la primera película me encantó, a esta última un 7. Algo que esperaba ver es una dedicatoria al actor Anton Yelchin nada más terminar la película y mientras la gente abandonaba la sala me di cuenta que no fue hasta finalizar los créditos cuando se vio un escueto "For Anton". Se que no tiene relevancia pero me dejó cierta sensación de vacío.
El trabajo de Justin Lin bien, no creo que se haya echado en falta a J.J. Abrams.
Se disfruta, que no es poco. Nota: 7.
Le doy un 5.