'Resident evil: Capítulo final' - Simplemente... más
En primer lugar un apunte: Entre el final de la anterior y el principio de esta entrega hay un "salto" cuanto menos llamativo. Digamos que lo que sucede en la Casa Blanca, se queda en la Casa Blanca. No es que importe demasiado, pero si es cuanto menos... lo dicho, llamativo.
En fin, vamos a ser prácticos, que a estas alturas no tiene sentido no serlo: 'Resident Evil: Capítulo final' no es una buena película... cosa que tampoco le debería de sorprender a nadie que no lleve ya unas cuantas películas lamentándose de que la franquicia sea lo que es. Bueno, a nadie en general. Seis películas, las tres últimas dirigidas por la sombra de un Paul W.S. Anderson que desde que descubrió el 3D ha perdido la gracia que tuvo alguna vez. ¿Recuperaremos alguna vez al cineasta que algo prometía con 'Horizonte final', 'Soldier', 'Alien Vs Predator', 'Death Race: La carrera de la muerte' o incluso el primer 'Resident Evil'?
Es probable que no, y aún menos probable que sea al frente de una película de 'Resident Evil'. O más bien, una película como 'Resident Evil', que no hay que irse muy lejos para constatar que 'Los tres mosqueteros' o 'Pompeya' no es que tuvieran mucha más gracia. Al otro Anderson le puede pasar como a Bryan Singer con la franquicia de 'X-Men', que nunca debería de haberse encargado de cerrar la puerta que abrió... si no quería pillarse los dedos con la misma, sepultando así su vamos a llamar prestigio, en la medida que lo hubiere, si lo hubiere, bajo una franquicia que en sus manos tiene un futuro que se presenta muy poco memorable.
Lo dicho, vamos a ser prácticos: el empeño del otro Anderson por entretener es encomiable, como encomiable es el gran provecho que saca de unos recursos en verdad mucho más limitados de lo que parece. Dentro de su evidente modestia y auto-asumida irrelevancia, cabe reconocer que en 'Resident Evil: El capítulo final' siempre está pasando algo. Da igual, lo que sea y como sea, que la película siempre está en movimiento (o según se mire, cuesta abajo). El otro Anderson tiene clara la directriz, y la aplica con fervor, mucho CGI y una determinación a prueba de lógica: Hoy en día una película "guay", cual rodillo, no debe dar ni un momentillo de respiro.
Y el fin que se encargue de justificar los medios, que para algo me han votado.
¿Lo bueno? Que durante su primera hora uno, con conocimiento de causa, se deja llevar con una sonrisilla cómplice. ¿Para qué rasgarse las vestiduras, si ya todos deberíamos de saber a lo que venimos? ¿Lo malo? Que acaba por saturar, y por cansar. Con franqueza, porque todo lo que cuenta nos la suda bastante; porque el ruido a saco, y esa teoría de nuevo cuño que asegura que la acción debe intuirse en lugar de verse, funcionan sólo en dosis muy reducidas. Y porque la recuperación de según que futuros cadáveres y escenarios redundan en la sensación a déjá vu, de no ser más que una reiteración de lo ya visto... de lo mismo de siempre.
Porque básicamente eso es, lo mismo que ya era 'Inframundo: Guerras de sangre': Estirar el chicle película a película de una franquicia que, como se vio en las dos entregas anteriores, con o sin la novedad del 3D y el CGI no es más que un chicle pegado en la suela del zapato de Dominic Toretto. Si, son encomiables los esfuerzos del otro Anderson, si bien estos sólo se centran en ofrecer más de lo mismo. Y así, sin aportar ningún tipo de frescura, este supuesto "capítulo final" no es más que otro capítulo de relleno de una larguísima pausa publicitaria en la que sólo uno de cada diez, veinte o treinta spots tienen algo de gracia.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex