Lo del Pablo Larraín de los últimos años siempre ha sido una lucha entre narrativa y estética. Una lucha de la que no siempre ha salido bien parado pero que, cuanto menos, ha ofrecido un valor que siempre hay que tener en cuenta y valorar (en su justa medida): la voluntad de hacer algo distinto. 'No', 'El club', 'Neruda'... todas cuenta con ese toque "distinto" y reconocible, virtualmente inconfundible que no las convierte necesariamente en algo bueno, pero sí en algo que merece la pena ver. Porque en suma, son "interesantes". Y porque nunca se sabe.

Ser diferente no te convierte en algo mejor, pero si erradica la sensación a déjá vu que emana de buena parte de los biopics, demasiado a menudo hundidos en una especie de solemnidad académica que igualmente a menudo, los sumerge en un discurso acartonado que no admite grandes reflexiones. No más que las que puedan aparecer en la Biblia del conocimiento actual, la Wikipedia, el Espasa del siglo XXI aunque sólo sea por la comodidad que supone poder leer aquello que queremos leer. Que sea de verdad o no, ya es otra cosa que no interesa tanto.

Como cabía suponer en manos de alguien como Larraín, 'Jackie' no es el típico biopic empantanado por sus propia reverencia... aunque si lo esté por el mimetismo de Natalie Portman para con Jacqueline Kennedy, a la que representante en lugar de darle vida. Curioso, por cuanto su papel se contrapone al de un Larraín que pretende ir más allá de la representación, cosa que consigue... a medias. Ya se sabe, el "interesante" como subterfugio del "contigo ni sin ti" tan recurrente para con este tipo de filmes que sin etiqueta no podemos ni abrazar ni empujar.

Prueba de ello son que sus 95 minutos parecen extenderse hasta los 120. Y prueba de ello es que, al igual que ocurre con un Steven Soderbergh al que recuerda en la sombra, el filme es de una frialdad tan robusta que uno llega a dudar de sí mismo. Como espectador, pero también como persona, en un raro ensayo sobre lo que supone ser alguien como Jacqueline Kennedy, y más en un momento tan importante, que tiene la capacidad para estar continuamente conectando y desconectando sin llegar a provocar un auténtico cortocircuito.

Esta cualidad es lo que hacen de 'Jackie' un filme, lo dicho, interesante pero muy difícil de recomendar. A su vez fácil de menospreciar pero difícil de olvidar. Y del que, mayormente, es complicado disfrutar en directo aunque en diferido nos sintamos tentados de darle vueltas. De esas "rarezas relativas" que, más allá de la figura de Natalie Portman/Jacqueline Kennedy, sobresalen por esgrimir un discurso propio lo suficientemente reconocible como para, posiblemente, el miedo a lo desconocido nos tiente con el respetuoso desprecio de un "interesante".

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex