'Café Society' - Punto muerto
Voy a decir algo bastante parecido a lo que dije en su momento sobre 'Hombre irracional', la anterior película de Woody Allen. Para el caso lo mismo da que da lo mismo, que lo de Allen empieza a tener tanto de costumbre como a la vez de rutina. Con 'Café Society' sucede como con buena parte de sus películas de un tiempo a esta parte, que no son más que una más en una lista tan larga como tanta es la distancia que separa a las mejores de las peores; a los títulos que recordaremos de los que nos tendrán que recordar; a los que nos gusta recordar de los que preferimos olvidar.
Y quién dice una más con desprecio, también puede decir que una menos con indiferencia.
Lo de Woody Allen tiene mucho de inercia, la misma de la que hace gala 'Café Society'. La inercia de quién hace lo que hace por rutina, no necesariamente por un interés particular. De quién se diría que rueda una película al año por contrato, la que sea y como sea. Sencillo, pero no tan práctico: la evidente (y molesta) sensación de ser un título sin ambición alguna, de ser un compromiso con vocación de anécdota. De ser una obra mayormente rutinaria en dónde prácticamente no hay nada que destaque, pero sobre todo en dónde no hay nada de particular.
Como el que tiende hoy, lo hará mañana y si el cielo se lo permite tenderá al día siguiente.
Lo habitual, pero con su escasa trascendencia arropada de manera negativa por la igualmente escasa inspiración que la respalda. Las normas de la casa servidas frías y en su vertiente menos lograda, sin un argumento, escena, diálogo o personaje que de la cara por ella... el ritual de lo habitual sin chispa. También sin encanto y apenas la gracia natural de sus intérpretes, qué menos. Y así a duras penas aguanta la comparación, y así a duras penas... aguanta un Woody Allen tan descafeinado, perezoso, tan autoindulgente como para convertir la zona de confort del cineasta en un punto muerto.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex