Arturo y Elena tienen cuatro hijos ya adultos que aún viven en la casa paterna. Él es novelista, pero no consigue escribir una página porque no disfruta del silencio y concentración que su trabajo requiere. Se da cuenta de que, para reconquistar el territorio perdido, tiene que convencer a sus hijos para que se independicen. Con la complicidad con Elena, decide emprender una especie de guerra de guerrillas contra los invasores, cortándoles los suministros de alimentación y las fuentes de energía. Pero los chicos no se dan fácilmente por vencidos.