Capítulo VIII - Un, dos, three... ¡Action!
Un día de furia, un día de acción marcado por dos nombres propios que ya forman parte de la historia del cine... a secas, o si son escrupulosos y/o demasiado sensibles, tan sólo del de acción (a la espera de que se les entregue la acreditación para acceder a la barra libre). Claro que lo de Johnnie To no es sólo acción como demuestra 'Saam Yan Hang (Three)', thriller que concentra casi todas sus balas en un objetivo concreto, y al cual no alcanzaría de no ser porque lo que le precede es una demostración de puro cine. Aquel que es capaz de manipular el tempo narrativo a su antojo, de ralentizar la acción a lo largo de una hora y pico en la que, poco a poco, se va generando un progresivo in crescendo de tensión. Tarde o temprano algo va a ocurrir, tarde o temprano...
... en estos momentos To demuestra el por qué es uno de los nombres claves del cine de acción moderno. Sin disparar ni una sola bala es capaz de conseguir que la acción sude a lo largo de cada fotograma por trivial que parezca. Un hora y pico que estalla en un plano secuencia (trucado) de unos tres minutos sencillamente memorable, que además pone de manifiesto su voluntad por no quedarse "atascado" como otros realizadores tipo John Woo. Cierto es que lo poco que queda después evidencia que estamos ante un título menor, incluso trivial; ante una historia cercana a la anécdota carne de cortometraje que ha sido estirado hasta los 85 minutos... pero claro, no siempre que se estira algo se hace con tantísima elegancia y buen pulso.
Como pocos directores han sabido tener el pulso para la acción demostrado por Gareth Evans en la imprescindible dupla formada por 'The Raid' y su aún más señora secuela, 'The Raid 2'. Kimo Stamboel & Timo Tjahjanto lo intentan con el mismo equipo en 'Headshot', cinta de acción indonesia también protagonizada por Iko Uwais a la que resulta inevitable no considerar como una especie de heredera espiritual. Es más, como si hubiera sido concebida para paliar la espera de la tercera entrega de la saga. Las comparaciones son inevitables, como inevitable no es pensar que los también conocidos como The Mo Brothers se han dedicado a imitar a un Evans al que el homenaje le convierte en un grande.
Porque como tantas veces nos ha demostrado la vida, la diferencia lo marcan los detalles. Porque a pesar de que intentan hacer lo mismo, y de que a menudo parece lo mismo (al menos durante las secuencias de acción), no es lo mismo. 'Headshot' es un buen sucedáneo de 'The Raid'... pero no es 'The Raid', eso que vaya por delante. Tanto sus prestaciones como el disfrute derivadas de estas son sensiblemente inferiores. Sigue siendo muy disfrutable, sigue siendo muy entretenido, y sigue siendo muy satisfactorio. Pero ya no es un peliculón que te agarra por los huevos y no te suelta hasta el final, simplemente una película muy digna que te distrae de principio a fin. Y prueba de ello es que sales de verla pensando en 'The Raid', no en 'Headshot'.
Como también sales pensando (el qué ya es otra cosa...) de ver 'The Neon Demon', la nueva muestra de que a Nicolas Winding Refn lo de la popularidad se la suda un poco bastante. El éxito de 'Drive' no sólo no le ha pervertido, al contrario, le ha hinchado de orgullo a la hora de seguir apostar decididamente, de manera inmisericorde y casi kamikaze, por su estilo tan plástico como a la vez aparentemente hueco. La cinta, como ya lo era 'Solo Dios perdona', es una delicia a nivel visual, si bien y como ya lo era 'Solo Dios perdona', narrativamente este cruce entre 'Showgirls' y 'Suspiria' tiene bastantes carencias. Quizá sea porque su guión, con el que nos podríamos limpiar el culo sin problemas, sea bastante insulso como para cumplir su única función: Dar rienda suelta al gusto estético de un NWR cuyo cine tiene más de expresión artística todo terreno que de algo que podamos atribuir únicamente a algo como el cine tan asociado, en resumen, a su labor cotidiana de entretener.
Justo lo contrario que propone 'The Tunnel', cinta que busca ante todo el entretenimiento en cualesquiera que sea su forma. Muestra idónea de lo que es capaz de hacer el cine comercial de la Corea buena, el nuevo trabajo de Kim Seong-Hoon aglutina lo mejor y lo peor de la cinematografía de aquel país. Una cinta solvente y no exenta de algún que otro gran momento, con una apariencia técnica intachable y que, en líneas generales, siempre ofrece lo que se espera de ella. Al mismo tiempo ahí está uno de los problemas, ofrecer lo que se espera de manera tan correcta es algo que no aburre de igual modo que tampoco apasiona, y cuando la historia se alarga tanto en el tiempo y con ello se la desprende de toda la tensión, cada minuto suma en contra del mismo modo que ya los habituales altibajos de ritmo orientales acaban por hacer mella en un espectador que llega tan extasiado al final de la película como su protagonista.
Tanto, que al final dan ganas de mandar a todo el mundo a la mierda...
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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