Día 9: Un colofón inmejorable
C'est fini. La 17ª edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla llegó a su fin en el día de ayer tras la lectura del palmarés y las últimas sesiones programadas en los cines del C.C. Nervión Plaza. 9 días y más de 140 películas después, el SEFF ponía punto y final a la edición más difícil, compleja y laberíntica de toda su historia. Una muestra que se recordará como una de las únicas del mundo que en el año 2020 apostó por el desarrollo físico de la misma echándole un pulso al coronavirus y rompiendo una lanza en favor de la cultura, un reto del que el festival ha salido triunfador y exitoso.
Lo mismo le ha pasado a la película rumana 'Malmkrog', la cinta de Cristi Puiu que se ha alzado con el Giraldillo de Oro a la Mejor Película, sucediendo a la italiana 'Martin Eden' que fue la triunfadora el año pasado, y también con el premio a Mejor Guión. Una obra de densas proporciones que ha cautivado al jurado del certamen por encima de cintas de mayor caché como 'Ammonite' u 'Ondina'. Esta última rascaba sin embargo doble premio en el festival llevándose Mejor Dirección y Mejor Montaje. Petra Martínez ('La vida era eso') y Alseni Bathily ('Gagarine') en los premios interpretativos, 'Notturno' en fotografía y 'El año del descubrimiento' en el Gran Premio del Jurado completaban el palmarés de la Sección Oficial.
A pesar de que la lectura de los premios ocupaba la mayor parte de la atención del último día, el festival todavía prestaba un último servicio al público permitiendo ver un puñado de películas que tenían en última instancia la posibilidad de ser vistas. Este era el caso de la deslumbrante 'The Man Who Sold His Skin', un retrato de la mercantilización del ser humano que, a pesar de ser adicto a un conflicto amoroso que desentona la premisa principal y de tener un final arrogante y soberbio, nunca deja de ser una obra muy excitante e innegablemente inquietante.
La cinta está interesada en el debate que su historia genera, en la opinión ética que se extrae sobre la pérdida de la dignidad y en el juicio realista de observar cómo un refugiado sirio es salvado del peligro pero con condiciones. Una película que discute sobre los precios de la libertad, teniendo como mayor acierto la mirada crítica que esta le dedica a Europa, un continente dibujado como un corral de adinerados cuyo único interés es el económico, donde la empatía brilla por su ausencia y en el que la guerra en un país extranjero se toma con cruel indiferencia.
La dirección de Kaouther Ben Hania destila innovación y una ilusionante creatividad. La constante presencia de espejos en la composición de los planos de la película, como en el estupendo opening con un plano secuencia que ya advierte la artística narración que tiene el relato, vuelve convincente al dilema del protagonista, que duda si es un esclavo con libertad o un objeto artístico. Una lástima que en el compendio general, los vicios románticos y del cine de espías que tiene el guión entumezcan una historia de impacto social y de naturaleza necesaria.
Si algo merecía el fiel asistente al Festival de Cine Europeo de Sevilla era un colofón brillante después de ver cómo las restricciones desde el gobierno autonómico dañaban al festival antes y durante su desarrollo, y era el cine danés (cómo no) el que iba a otorgarle el enésimo regalo al certamen. ¿Saben ese momento mágico donde los astros cinematográficos se alinean y, a una película que ya estaba siendo magnífica de por sí, se le suma un final absolutamente maravilloso? Pues eso le sucede a 'Druk', la nueva genialidad del también danés Thomas Vinterberg.
El filme es una de esas películas diván, porque diserta desde un prisma categóricamente analítico sobre el alcohol y sus aristas sociales. Es como una tesis doctoral aderezada de una comedia con forma convencional pero tremendamente efectiva: siempre funciona ver a alguien borracho en cine. Incluso se podría calificar al filme de acontecimiento porque se atreve a ser seria con un tema enterrado en la gracia y el chiste. Vinterberg simplemente se esforzó en entender a Homer Simpson cuando este dijo aquello de "por el alcohol, causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida".
Es muy fácil comprometerse a lograr algo tan complejo cuando cuentas con un actor como Mads Mikkelsen en tu reparto. Brutal trabajo de matices, de control corporal y verbal y sobre todo de frenesí cuando el guión se lo demanda. Lo que hace al final de la película es la definición de albedrío, de apoteosis y de liberación a ritmo de una música que levanta a cualquier alma muerta. Mikkelsen, que ganó la Concha de Plata al Mejor Actor en el Festival de San Sebastián, debería ser nominado a todo esta temporada. Actuación absolutamente espléndida.
El SEFF se cierra, después de una edición tormentosa e infernal, con una alegría inolvidable. Es el cine elevándose al máximo exponente de la estimulación, a la inyección de fantasía que el séptimo arte tiene la virtud de brindar en exclusiva al que lo ama. La cultura salvando a la sociedad, Dinamarca abrillantando al Festival de Cine Europeo de Sevilla, el cine como antídoto ante una pandemia mundial. Las costumbres nunca deberían cambiar, y menos en un año que no desiste en intentar erradicarlas. Como cita la canción sobre la que 'Druk' estalla en su epílogo, "Fuck what they`re saying what a life!". Dedicado al coronavirus, firmado: El cine.
That's what I say.
Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_
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