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Capítulo III: Cómo matar el tiempo (sin gracia)

Vía Festival de Cine Español de Málaga por 19 de abril de 2015

Decepcionante, muy decepcionante resulta la ópera prima de Manuela Moreno. Lejos de ser un proyecto personal o artístico que atesore algún tipo de valor o fundamento moral, 'Cómo sobrevivir a una despedida' es un producto claramente comercial. Un encargo impersonal resuelto con la misma funcionalidad y el poco brillo de 'El club de los incompredidos', por citar un modelo de similares expectativas vitales.

Aunque mejor que la citada una película igualmente "graciosilla" en vez de graciosa, bastante estúpida a la hora de hacerle sentir a uno estúpido y corta de ingenio que nunca funciona ni de la manera en la que pretende ni de casualidad, siquiera para servir como relleno irrelevante. Siquiera, como ejemplo de orgullosa producción con la que dar de comer a unos cines más o menos necesitados.

En realidad, fuera de la sección oficial de cualquier certamen, no habría tanto problema... aunque igualmente lo pueda haber (depende del patrocinador). Porque la cinta, de clara vocación adolescente, es incapaz de sobrevivir a sus referentes y ofrecer algo que suene mínimamente fresco en una reiteración de unos patrones que tal cual se muestran en pantalla resultan desfasados y poco inspirados. Aunque al menos, y el que no se conforma es porque no quiere, no cae en la vergüenza ajena de la desesperación post-traumática... bluffff.

Claro que para vergüenza la que (mínimamente) ofrece 'Matar el tiempo', thriller que se cae por el peso de sus propias incoherencias. Las de una lógica interna del todo "increíble" que, por definición, le niegan cualquier posible logro posterior y que, deducimos, provienen de un guión que sobre el papel se lee todo lo correcto que rematadamente suave han interpretado sus transcriptores, manda huevos, director y guionista -la misma persona- incluidos.

No hay más razón que la de la evidencia, la de una cinta de suspense pretendídamente seria que acaba rendida a las carcajadas de buena parte de la platea. Las que provoca un desarrollo que asume la creencia de Dios como una verdad incuestionable, para entendernos. O en resumen, sin entrar en spoilers, de un desarrollo tan tosco que resulta tan creíble como la existencia de un Dios asignado a la tarea de vender hamburguesas con queso a los romanos. Porque su buen planteamiento ideológico -vamos a concederle el beneficio de la duda- se ve del todo arruinado por una interpretación sumamente opaca, lánguida y muy, muy, muy evidente.

Aunque para opaca, lánguida y evidente tenemos a 'Mirabilis', cinta tan rematadamente amateur que asusta, terroríficamente hablando. Y mucho. Como la insulsa práctica de escuela de un niño mimado al que nadie se atreve a contradecir por más que su capricho, en forma de churro media manga, no tenga más fundamento que el hecho de existir porque alguien se aburría (por sus santísimos, por su dinero, o porque aquí paz y después gloria). Vergüenza ajena, pero no tanto por un resultado tan poco profesional como por el hecho de estar incluida en una categoría teóricamente profesional de un festival cualesquiera. Y que Dios me perdone (o no).

Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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