'The Beta Test' - Sobrevivir (otra vez) a uno mismo
'The Beta Test' no es una película para todo el mundo, como tampoco lo eran las dos películas anteriores de Jim Cummings. Junto a 'Thunder Road' y 'El lobo de Snow Hollow', una especie de trilogía temática sobre las crisis personales de mediana edad que sufren los personajes a los que interpreta el propio Cummings, incluyendo, por supuesto, y a modo de seña de identidad, el consabido momento monólogo en el que verbaliza toda su rabia interna.
Una película en la que también juega con las apariencias, siendo y no siendo lo que podría parecer que es, pero no termina de ser, sin dejar de ser lo que quiere ser, una sátira de la trastienda de Hollywood a través de la figura de los agentes, a menudo mindundis que se creen que mean colonia porque han estado en el mismo baño que alguna estrella de cine (aunque no sea al mismo tiempo). Todo ello, por descontado, con un indudable sabor "indie".
Una sátira sobre la podredumbre moral de la industria del cine y, también, los riesgos de regalarle tu intimidad a Internet que, al igual que sus dos trabajos anteriores, ni es ni quiere ser una película fácil siendo, de nuevo, su imprevisible libertinaje tonal y argumental su mayor virtud. Esa capacidad para "funambular" sobre esa fina línea en la que la comedia, el drama, el suspense, la seriedad, la angustia, la ligereza, lo genérico y lo grave se funden en uno.
'The Beta Test' bien podría ser un retorcido thriller sexual a lo Brian de Palma con toques a los Coen o a Quentin Dupieux, por reincidir en lo evidente de lo que después de tres películas parece ser, ya, la sensibilidad propia de Cummings. Un filme que muestra cómo Hollywood puede ser un sistema con unas dinámicas de poder de mierda, en el que los agentes trabajan por el salario mínimo bajo la promesa irrealizable de llegar a la cima de Beverly Hills.
Aunque sus intenciones son más claras que nunca, Cummings sigue divirtiéndose a costa de las expectativas del público, en una nueva perversión genérica que intenta esquivar los supuestos y convenciones habituales y rara vez avanza en línea recta. Sin dar unos cuantos rodeos. O pararse a hacer algunos recados. Y con el particular y macabro sentido del humor de Cummings que confiere a la película ese toque personal, tan distintivo como también esquivo.
Por debajo de su apariencia, 'The Beta Test' viene a ser otro descenso a los infiernos de un miserable que no sabe hasta qué punto es un miserable. También, la constatación de un cineasta con voz propia que no quiere verse arrinconado en el fondo del armario de un catálogo en el que muchos no sabrán donde meterlo, precisamente, por ser él mismo y no otro. Y por eso mismo, tan fácil de abrazar o rechazar por encima de sus posibilidades.
Por Juan Pairet
@Wanchopex
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