'Small Axe: Alex Wheatle' - Con la palabra en la boca
'Alex Wheatle' es la cuarta entrega de 'Small Axe', la antología de películas escrita y dirigida por Steve McQueen que está inspirada directa o indirectamente en hechos reales protagonizados por la comunidad negra de la ciudad de Londres entre los años 1962 y 1989. Cinco entregas de duración variable que Movistar+ estrena en nuestro país cada jueves desde el pasado 7 de enero de 2021, a razón de una por semana siendo 'El Mangrove', 'Lovers Rock', 'Rojo, blanco y azul' y 'Educación' los títulos de sus otras cuatro entregas.
Este episodio está centrado en la vida y trayectoria del premiado escritor Alex Wheatle, desde sus años de adolescencia hasta sus primeros años como adulto. Habiendo pasado su infancia en un centro institucional para blancos, sin el amor y el cariño de una familia, Alex encuentra en Brixton por primera vez no sólo un sentimiento de comunidad, también su propia identidad y la oportunidad de dar rienda suelta a su pasión por la música. Cuando es arrestado durante el levantamiento de Brixton de 1981, Alex se enfrenta a su pasado y vislumbra un camino de reparación.
Queda de sobra comprobada la elocuencia de las sinopsis oficiales de 'Small Axe': Lo que cuentan es lo que hay, lo que hay es lo que cuentan. No hay mucho margen ni para los elementos sorpresa ni para los giros argumentales. Steve McQueen va de frente y en ningún momento lo oculta, ni se oculta. Y como su título y sinopsis sugieren, esta cuarta entrega de la citada antología es un biopic que básicamente gira en torno a la pérdida de la inocencia de un joven encontrando, a base de golpes, su lugar en un mundo que no es que esté precisamente interesado en hacerle la vida más fácil.
Un biopic, o más bien, un esbozo del biopic que podría haber sido pero no acaba de ser... sin dejar de ser, claro. Al igual que ocurre con 'Lovers Rock', la sensación que al final nos deja 'Alex Wheatle' es que a pesar de sus bondades, nos falta algo. En este caso, porque parece que sólo se nos ha contado una parte de una historia mucho más amplia. Una sensación alimentada, además de por sus escasos (aunque intensos) 60 minutos de metraje, por esos rótulos explicativos con los que acaba. Un esbozo de un biopic aparentemente dividido en dos entregas, siendo 'Alex Wheatle' solo la primera de ellas.
En 'Lovers Rock' esta sensación es hasta cierto punto comprensible, pues se trata de "capturar un momento" antes que de "contar una historia". Del mismo modo que en 'Rojo, blanco y azul', aún a pesar de resultar una versión de la realidad demasiado abreviada al menos todo queda atado, y muy bien atado. En 'Alex Wheatle', como aquel que dice, se le deja al propio Alex Wheatle con la palabra en la boca. No es tanto un tema de duración, como que el final nos sorprenda cuando aún parece que queda tanto por decir. Tanto que se podría contar, aunque en cierto sentido fuera caer en la redundancia.
Una redundancia que por otro lado no deja de ser la base y razón de ser de 'Small Axe': De incidir y reincidir a lo largo de cinco entregas en distintos aspectos de un mismo tema, la discriminación racial. 'Alex Wheatle' comparte con 'Rojo, blanco y azul' su misma intensa concreción. Su mismo pulso y firmeza narrativa, sin prácticamente tiempos muertos. Pero carece de por ejemplo ese arco paternofilial que la revalorizaba, o ya puestos, también, ese último suspiro que revalorizaba a 'Lovers Rock'. A pesar de su rectitud y presteza, de que no hay minuto que no sume de alguna manera a la causa.
Pero, por más que como aparente biopic no podamos argumentar gran cosa en su contra a lo largo de su metraje, más bien al contrario gracias, en gran medida, a esa mencionada e intensa concreción que ahoga parte del fantasma de los biopics, tampoco podemos decir que azote de alguna manera nuestra conciencia, en teoría, blanca y de clase media. Steve McQueen sabe a lo que juega, y sabe a qué está jugando, pero con 'Alex Wheatle' se queda corto con una exposición que a pesar de ser verdaderamente intachable mientras dura, no cuenta con un remate que la haga verdaderamente relevante.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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