'Morbius' - Sed de sangre
'Morbius' será a partir de ahora un buen ejemplo, otro más, de película muy por debajo de su potencial debido a la cobardía, mojigatería y conservadurismo de unos productores que no pasarán a la historia. No tengo pruebas, tampoco dudas. Es lo que en muchas ocasiones marca a las grandes producciones de Hollywood; como sin ir más lejos, también marcó a 'Venom': el miedo a salirse de un vía de tren por la que circulan como si fuera la del Canfranero.
El chiste se cuenta sólo. A 'Morbius' le falta sangre. Le falta vida (y muerte). La de una película que resulta evidente es fruto de ese maldito consenso que a nadie convence ni satisface. No tanto por lo que es, como por lo que podría haber sido. Porque lo que más revienta es que no sea un desastre... no, al menos, si uno acepta lo habitual en este tipo de pretendidos blockbusters que cuentan el origen de un sujeto forzado a ser un superhéroe (y una franquicia).
Lo sea o no.
Las discrepancias con la lógica y con su propia narrativa puede que no sean más que las heridas de su proceso de producción; las consecuencias de los rifirrafes y desavenencias entre bambalinas. A 'Morbius', como a tantas otras, se la percibe como una obra corrupta. Como la copia de una copia de una copia que ha ido reduciendo su motivación para emprender hasta el mínimo admisible. Conformarse con lo que sea antes que correr el riesgo. O de ser diferente.
Quien no hace, no fracasa.
Y 'Morbius' es un no fracaso. La película que nunca estuvo allí. Una apetecible obra de terror convertida en una genérica producción de futuro superhéroe (a su pesar). Hay pocas cosas más molestas que una película que se da la espalda a sí misma. 'Morbius' demandaba más sangre y violencia, ser una de monstruos y no de (super)héroes. Algo más valiente, con mordiente y para adultos. De echarle o tener huevos. Pero claro, si sangra puede morir.
Y sus responsables no quieren aceptar el riesgo, siendo una pieza más de lo que pretende ser un universo cinematográfico que, de momento, vive de promesas huecas y baldías. De ahí que apuesten por juntar líneas, echar el cerrojo, invertir en un CGI correoso y confuso y aguantar la derrota por la mínima a la espera de que Spider-Man y el multiverso hagan su magia. La película se deja perder con un juego que dista de estar a la altura de un recuerdo con entidad propia.
Este Drácula para fans de Marvel con Jared Leto haciendo de Vin Diesel es un pasatiempo funcional que, si tiene un pase, es porque al menos no se desvía y va al grano. Si lo tiene, siempre a la sombra de lo que podría haber sido y siendo una sombra de lo que se suponía iba a ser. Una película que nos distrae más por la estimulante especulación del morbo que surge alrededor de sus heridas de guerra que por su nula contribución a una guerra que tiene perdida de por sí.
O lo que bien podría ser ese soldado que se fue a la guerra, le relegaron a estar en una oficina y se partió las dos piernas bajando unas escaleras mientras los demás se liaban a tiros en las trincheras.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Al menos se lo toma con humor.