'Las chicas están bien' - Vale, de acuerdo
Durante sus estupendos títulos de crédito -lo mejor de toda la obra- se nos advierte que 'Las chicas están bien' es una "película-ensayo". Así la define a su vez el productor Jonás Trueba en las notas de prensa de un filme que en sus propias palabras, además, "se atreve a concentrar los deseos y anhelos en un único espacio y en unos pocos personajes, sin necesidad de construir apenas una trama o un argumento legimitador".
Ni hacía falta ni está de más. Es una producción de Los Ilusos Films y es evidente que se trata de un obra cercana y cotidiana en la que las líneas entre personaje y actriz e historia y realidad prácticamente desaparecen. Incluso puede sorprender que cuente con un guión para sostener lo que bien podría ser una idea vaga, imprecisa, derivativa e incluso perezosa improvisada durante un fin de semana en el pueblo.
Las líneas prácticamente desaparecen, hasta el punto de no saber si se trata de una película o de una grabación casera. 'Las chicas están bien' en realidad apenas desarrolla nada, siendo una sucesión de escenas que juegan con ideas deslavazadas que no tiene continuidad hacia ningún objetivo concreto y que nos dejan con una duda similar a la del huevo y la gallina: ¿qué fue antes, el rodaje o la escapada?
En verdad no dista de lo habitual en el cine de Los Ilusos Films en el que se ha curtido Itsaso Arana, siendo 'Las chicas están bien' una aproximación naturalista marca de la casa. Y en verdad tampoco es que se trate de un filme fallido, siendo la obra que quiere ser: una demasiado ensimismada que no dice ni transmite nada, siendo muy parecida a uno de esos recuerdos que sólo llaman la atención de quién los ha vivido.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex