'La enfermedad del domingo' - Una promesa rota
'La enfermedad del domingo' dura cerca de dos horas, aunque perfectamente podría haber estado más cerca de los 90 minutos. Hubiera salido ganando, y hubiéramos salido ganando. Porque 'La enfermedad del domingo' es una película tan interesante como a la vez pretenciosa, término que no me gusta emplear a pesar de que le viene ni que pintado a la última película de Ramón Salazar (10.000 noches en ninguna parte).
No me gusta, porque caer en lo "pretencioso", o en lo que es susceptible de serlo, siempre trae consigo connotaciones negativas cuando, al menos a veces, se trata más de una consecuencia de la valentía y ambición que de esa hostiabilidad conservadora que da mala fama al término. Es el caso de la última película de Ramón Salazar, capaz de darle un contrapunto de interés a una historia con tanto riesgo de amargura.
'La enfermedad del domingo' es de esas películas mayormente elegantes, formalmente inmaculadas que se gustan tanto como para vivir de una constante dilatación de la narrativa; de situaciones harto prolongadas marcadas por el silencio, los pequeños gestos y las interpretaciones secas y contenidas de sus protagonistas, en este caso de Susi Sánchez y Bárbara Lennie que, como es de recibo, cumplen más que de sobra.
Aunque la lozanía, y con ello el drama y la intensidad se diluyen con un ritmo tan descorazonado como el imprimido por Ramón Salazar, a su vez le aporta un halo de elegancia que aunque se queda corto, y sobre todo sin el premio de la emoción, nos mantiene alerta y a la expectativa, siempre con la esperanza que en algún momento la va a romper. Y aunque esto nunca ocurre, la esperanza sigue siendo lo último que se pierde.
¿Es mejor haber amado y perdido que jamás haber amado? 'La enfermedad del domingo' se queda justo en medio de esta pregunta tan recurrente que un servidor escuchó por primera vez en 'Hombres de negro'. Detalle trivial como acaba siendo esta misma película, una "y" entre medias de Pinto y Valdemoro tan interesante como a la vez fallida que nos deja en tierra de nadie, con una promesa rota y los pantalones a medio bajar.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex