'Increíble pero cierto' - Cuando el absurdo es... absurdo
Como sabe el que le conoce y desconocerá el que no, Quentin Dupieux se ha hecho un nombre transitando por ese fino y resbaladizo desfiladero por el que el absurdo o bien adquiere algo de sentido y gracia.... o bien pierde el sentido y se despeña.
Del cielo al infierno, de 'Mandíbulas' a 'Increíble pero cierto'. De uno de los entremeses de Dupieux más logrados y accesibles a uno de los más rácanos y autocomplacientes. Complicado no pensar en ella como la suma de dos cortometrajes muy alargados; o de dos sketches aún más alargados entrelazados. Porque sí, porque se puede. Porque así se puede vender como una película, como así se han vendido todas las anteriores de Dupieux (aunque la mayoría de película no tengan mucho).
El surrealismo fortuito de Dupieux tiene su particular encanto, ya sea la inercia o la costumbre, pero en 'Increíble pero cierto' ni su limitada gracia de mecha corta ni el chascarrillo que hace las veces de historia van hacia ninguna parte. Para entendernos, como vendrían a ser buena parte de las últimas películas de Woody Allen: un capricho rodado por rutina y sin ambición. Un proyecto que, si no fuera por quién es, por los amigos que tiene y, sobre todo, por lo poco que cuesta (auto)producirlo...
Si 'Mandíbulas' hubiera sido una chorrada excéntrica y gratuita de no ser una película de Quentin Dupieux, 'Increíble pero cierto' es una chorrada excéntrica y gratuita siendo, precisamente, una "película" de Quentin Dupieux. Esta vez no cuela. Se despeña.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex