'Hotel Transilvania: Transformanía' - Más, en bien y en bueno
No esperaba gran cosa de 'Hotel Transilvania: Transformanía', dando por sentado que a la cuarta habría perdido toda la chispa; especialmente, después de una tercera entrega a la que, por lo que me leo, sobreviví por el pelo de un gremlin. Por lo que me leo, porque, como decía entonces y vuelvo a decir ahora, no recuerdo gran cosa de 'Hotel Transilvania'. Tampoco de la segunda aunque sí de la tercera: Ese baile final al ritmo de la canción más pegajosa y bailonguera de la historia... sí, La Macarena. ¿Cómo olvidarlo?
Me queda "una sensación": La sensación de franquicia que va a menos con cada nueva entrega. La primera estaba bastante bien, partía de una premisa interesante y hacía honor a su condición de película de animación y al nombre de Genndy Tartakovsky. La segunda, como toda secuela impuesta por el éxito y no derivada de una inquietud argumental madurada con el tiempo (como 'Toy Story'), perdía frescura respecto a su original. Y luego la tercera perdía frescura no ya respecto a la primera, sino respecto a la segunda.
Ya se sabe, la copia de una copia... de una copia. Y como bien saben aquellos que llegaron a usar soportes físicos de grabación como la cinta magnética, la pérdida de calidad era evidente. Derivados sin el alma ni la solidez de un original que tenía que esforzarse para presentarse y darse a conocer, mientras que las otras dos, simplemente, lo heredaron de papá... como lo ha heredado esta cuarta entrega que por cierto, ya no dirige Tartakovsky en persona. Una a priori mala noticia que se "transforma" en una buena. Quizá.
Porque esta cuarta entrega parece recuperar la energía y alegría por vivir de quien, quizá, tan sólo hizo un par más porque le pagaban bien. Quizá, y sólo tal vez quizá... porque no deja de ser más de lo mismo: Un chiste estirado que no va hacia ninguna parte que no sea estirar ese chiste. Eso no cambia, pues 'Hotel Transilvania: Transformanía' sigue siendo "una película de animación para todos los públicos que cumple como cabe pedirle que cumpla una película de animación para todos los públicos". Otra... más.
Ahora bien, de una manera que no le recuerdo (o no me leo recordar) a la tercera, es posible que tampoco a la segunda: De una manera divertida. Lo suficiente como para redescubrir el concepto de que 'Hotel Transilvania' pueden suponer 90 minutos (con créditos y una pausa para mear) disfrutables. O incluso muy disfrutables. 90 minutos animados con un ritmo incesante, casi apabullante, y una idea muy estilizada de eso que yo llamo "el toque cartoon" con el que Sony Pictures Animation se ha labrado su buen nombre.
Puro dibujo animado que aprovecha las virtudes del dibujo más animado. Pensando en 'Ice Age' esperaba encontrarme más de lo mismo: Una copia de una copia de una copia esperando a que le diesen la espalda para dejar de hacer más copias. No sé hasta qué punto esta expectativa ha influido en mí cuando, en realidad, disfrute de cada una de las entregas de 'Ice Age'. Claro que, ninguna de ellas me pareció tan buena como para hacerle sombra a las demás. Más de lo mismo que funcionaba como más de lo mismo.
'Hotel Transilvania: Transformanía' sigue siendo más de lo mismo, pero en bien y bueno. Una secuela que rinde tributo a las virtudes que ha heredado y de sobra conocidas: Un ritmo endiablado, humor tonto-adictivo, muchos secundarios simpáticos y ese "toque cartoon" que nos puede dejar media tarde parados delante de Clan TV. Luces, colores y mucho frenesí para niños que aún siguen siendo niños, pero, también, para los que ya no lo son pero lo echan mucho de menos. Pura diversión que funciona como un reloj.
Aunque por si acaso, no me preguntéis por el precio de dicho reloj, que no recuerdo donde lo compré. O si lo compré o me lo prestaron...
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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