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'Hal y Harper' - Enamorarse es fácil; madurar, no tanto

Vía El Séptimo Arte por 24 de abril de 2025
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Hal y Harper son dos hermanos veinteañeros anclados en su infancia, tal y como se muestra literalmente durante buena parte del metraje de 'Hal y Harper', miniserie que no por casualidad gira en torno al triángulo afectivo entre Hal, Harper... y el distanciado padre de ambos. Los retiene el trauma no superado de la pérdida de su madre cuando eran niños, lo que en gran medida les impide dar el salto a la vida adulta, refugiándose el uno en el otro en una relación evidente y casi patológica de dependencia; en especial, en lo que respecta a él.

Hal está estudiando por estudiar una carrera universitaria que ni le va, ni le viene, mientras que Harper está atrapada en una relación y un empleo sin expectativas. Ahora que su padre ha puesto en venta la casa familiar para comenzar una nueva vida con su nueva pareja, con quien además espera un bebé, ambos, tan frágiles como vulnerables y llenos de miedos, sienten como si un terremoto hiriera los débiles cimientos que sustentaban sus vidas. Lo que les obligará a afrontar de una vez por todas "el elefante en la habitación".

Así leído, puede que 'Hal y Harper' suene a dramón. Nada más lejos de la realidad, siendo una dramedia que entrelaza drama y comedia con la agilidad y perspicacia del cine indie más accesible y entonado. No por casualidad, su responsable es Cooper Raiff, quien ya demostró con 'Bailando por la vida' de lo que es capaz. Y también, de lo que quiere ser: el paradigma de lo que podríamos considerar el "espíritu de Sundance", festival que le ha situado como uno de los activos más relevantes de este "modelo" adulterado por Fox Searchlight.

Y es que a menudo parece que uno acude a Sundance en busca de un contrato más que de un aplauso, por más que lo primero suela surgir de lo segundo. Y de aquí a Hollywood y la buena vida. Sin embargo, Raiff parece certificar con 'Hal y Harper' lo que ya comenté a raíz de 'Bailando por la vida': está donde quiere estar, siendo uno de esos cineastas que no pretenden ni el aplauso condescendiente, ni hacerse cargo de ningún blockbuster; sólo quiere hacer cine (o televisión) para entenderse mejor a sí mismo y al mundo que le rodea.

Raiff no parece ni que nos esté contando una historia, ni que nos esté vendiendo nada a la hora de hablar de sí mismo. O de alguien que podría ser él mismo. 'Hal y Harper' es una historia sobre la pérdida, el estancamiento vital, el miedo a la vida adulta o la dependencia paternofilial desarrollado por alguien que no tiene ni 30 años. Alguien que no nos trata como espectadores, sino como si fuéramos amigos, con la desinteresada y desinhibida cercanía amable y ligera de quien no tiene nada que demostrar, si bien tiene muchas ganas de hablar.

Como para hacer una serie en lugar de una película, no vaya a ser que se le quede algo por decir. Sobre lo que conoce, o cree conocer de por sí. Como si en realidad la serie, 'Hal y Harper', no fuera una ficción, sino la remasterización de una (posible) experiencia servida con el dramatismo justo de manera distendida, dulce y desvergonzada. Y por supuesto, bajo una estética genuinamente "indie" donde las situaciones, los sucesos e incluso los constantes saltos temporales se suceden con fluida y cotidiana verosimilitud ingrávida e incorpórea.

Como si no fuera nada, como si fuera así de fácil y sencillo. Como si Raiff se hubiera reunido con Lili Reinhart, Betty Gilpin y Mark Ruffalo durante un finde cualquiera y hubieran más o menos improvisado a ver qué sale. Como si su apariencia descuidada no fuera su mejor arma, reafirmando a Raiff como una de las grandes promesas del auténtico cine indie norteamericano. Del que no acude a sitios como Sundance en busca de una Searchlight Pictures que le saque de pobre, sino a hablar de la vida y sus cosas con honestidad y transparencia.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

 

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