'Chaos Walking' me recuerda a las dos películas de "El planeta de los simios" escritas y dirigidas por Matt Reeves. Viene a ser algo parecido... pero en sentido contrario: Si las citadas brillan en su atención hacia los detalles que construyen su mundo o a los personajes que le dan vida, esta adaptación de la novela de Patrick Ness brilla por la desatención tanto hacia ese mundo como hacia los personajes que deambulan como pollos sin cabeza por él.

En esencia, 'Chaos Walking' es una película que no cuida los detalles. Los hechos narrados están ahí, presentes, y por entenderse se entienden a la perfección. Pero carecen del debido "meneo" para que además de verlos pasar por la pantalla, nos importe verlos pasar por la pantalla. Que nos causen alguna emoción. El "chicho conoce chica" reducido a lo básico, dentro de un mundo reducido a lo básico, dentro de una adaptación reducida a su esqueleto.

'Chaos Walking' es en esencia una distraída línea de acción que sin embargo, dejando a un lado la "aureola" que adorna las cabezas de sus protagonistas masculinos, no presenta ningún elemento que la diferencie ni mucho menos justifique su condición de gran producción. Una explotación básica e incluso primitiva de una premisa sostenida por el carisma natural de Tom Holland, un perro que pasaba por ahí o el siempre solvente Mads Mikkelsen.

'Jumper' era cuanto menos un espectáculo muy entretenido, siendo más bien una obra "concentrada" antes que una obra "simplificada". 'Chaos Walking' viene a ser lo segundo sin que en esta ocasión Liman logre compensarlo con ritmo o espectáculo. Sin la pluma de Christopher McQuarrie saliendo a su rescate como en 'Al filo del mañana'. Salir a jugársela a lo que salga con 100 millones en el bolsillo no garantiza nada, ni aún con Mikkelsen sobre el césped.

Y quien dice Mikkelsen, dice también David Oyelowo o Demián Bichir. 'Chaos Walking' reduce a los tres a títeres a los que poder quitar de en medio sin más. Sin más, como ocurre con todo a lo largo de una película que se desarrolla así, sin más, en el enésimo ejemplo de conato de franquicia construida sobre un raquítico esqueleto desprovisto de cualquier tipo de glamour que incite a querer seguir explorando lo que a duras penas la da para mantenerse en pie.

Siempre nos quedará Mikkelsen. O lo monos que son Tom Holland y Daisy Ridley.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex