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'Bitelchús Bitelchús' - Por lo civil o por lo criminal

Vía El Séptimo Arte por 06 de septiembre de 2024
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'Bitelchús Bitelchús' ya empieza mal: con una nueva versión del famoso tema compuesto por Danny Elfman para el filme original. Ha sido el propio Elfman el responsable de "revisar" dicho tema, en lo que a la postre acaba siendo por otro lado un fiel reflejo de la propia película. Una obra innecesaria, recargada y más ruidosa que melódica cuyo estrafalario sentido del humor pone de manifiesto que ya no estamos en los 80, tampoco en los 90 y que ni el compositor ni Tim Burton pasan por el mejor momento de sus respectivas carreras.

En esencia y en la práctica, 'Bitelchús Bitelchús' es otra de tantas secuelas forzadas a existir. Había que hacerla, por lo civil o por lo criminal. Y eso es palpable de principio a fin, por más que todos los miembros (conocidos) del reparto estén encantados de las payasadas de Burton. Incluso Jeffrey Jones, cuya "no presencia" está resuelta con cierta gracia (y animación stop motion), aunque la película no termine de sobrevivir a ello. Ni tampoco a chistes como que el andén del "soul train" este lleno de gente bailando... reguetón soul.

Ni tampoco a la escasa relevancia o presencia de la villana interpretada por Monica Bellucci (o del policía al que da muerte Willem Dafoe). O a que las ideas sean mucho más interesantes que su desapasionado guión o de su apática ejecución, en lo que se siente ante todo un compromiso. Había que hacerla, por lo civil o por lo criminal. 'Bitelchús Bitelchús' es otra de tantas secuelas forzadas a existir sustentadas en lo referencial, sino constante sí habitual que apenas se molesta en algo más que en la nostalgia y tirar de rentas.

Es encomiable la entrega de su reparto, la energía de Michael Keaton, su puntual encanto artesanal o que Burton intente volver a desmelenarse tanto tiempo después de la última vez. Pero 'Bitelchús Bitelchús' no deja de ser, en gran medida, un producto gratuito, artificioso y funcional que va a lo seguro sin hacer gala del estilizado pragmatismo del original, haciendo que sus 100 minutos parezcan más de dos horas, su sentido del humor se presente algo gastado y que la propia película en sí no añada nada de valor a la de 1988.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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