'Barbara' - Para paladares curiosos
El cine tiene una cantidad de recursos ilimitados. Hay multitud de salvoconductos para que el desarrollo de una historia no sea lineal o simplemente se le quiera abrir otra vía respiratoria al avance de la trama. Por ejemplo, la voz en off (el favorito de Martin Scorsese) o la ruptura de la 4ª pared para introducir al espectador de manera directa a la historia (la última película dónde se ha podido vivir esto es en la cinta de Craig Gillespie llamada 'Yo, Tonya'). Uno que no se usa a menudo (y quizá por esto sea tan interesante) es la metaficción o metacine siendo más concretos.
El fenómeno del metacine consta en discutir de manera autorreferencial, es decir, el de hacer cine dentro del cine, o el de ver ficción dentro de una ficción ya establecida. Mathieu Amalric y su peculiar visión de la artista Barbara, cuyo nombre se presta a rezar como título de la película. 'Barbara' es un objeto de estudio interesante de este fenómeno, por el hecho de que traslada el eje de acción entre estos dos universos con una facilidad pasmosa, sin que la película sufra ese habitual desfase de espacios, pero también es una singular forma de hacer un biopic.
Porque además de servir de tutorial sobre cómo llevar a la práctica de forma elegante y pulcra ese concepto de 'hacer ficción de la ficción', el excéntrico Amalric (la rueda de prensa que dio en el SEFF, donde su película se proyectó, así como su participación en la franquicia de James Bond, dan fe de ello) retrata con glamour, poderío visual y una estimulante narrativa la vida de un personaje más que de una persona, porque Barbara era un alma inigualable, una de esas personalidades con la que es imposible empatar y a las que no se las puede comparar. Un biopic como mandan los cánones sin duda alguna.
Lo mejor del filme es desde luego su protagonista. Lo que hace Jeanne Balibar para dar vida a la cantante es puro mimetismo. Se adueña de ese alma de diva que era Barbara hasta tal punto que las imágenes rodadas y las de archivo pueden ser confundidas con muchísima facilidad. Apasione o no la figura a la que interpreta, el consenso debe ser unánime en que Balibar está estratosférica y en que la película rompe moldes para potenciar la constante de una figura icónica de la música francesa. Amalric sabe, además de perfilar la historia, dirigir a la protagonista para que esté camaleónica.
Tres cosas que sacan en clave de 'Barbara', que los recursos en el cine están para aprovecharlos, y en el caso del metacine, su uso si bien debería seguir disponiéndose con la misma periodicidad, es una opción delicada por la distensión entre los dos universos ficticios que se crean en el relato, que Amalric es un cineasta con pasión, ternura y mucho colorido, por lo que no es de extrañar que su nombre gane poder en los años venideros, y que Jeanne Balibar debería haberlo ganado todo el año pasado, y más habiendo salido del Festival de Cannes, cuna de la exquisitez y la magnolia cinéfila.
Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_