'Baahubali 2: La conclusión' - El blockbuster total
En octubre de 2015 tuve la suerte de disfrutar de 'Baahubali: El origen de la leyenda' en el Festival de Sitges, en una de esas proyecciones épicas que instantáneamente pasan a formar parte de tu historia (y de la del festival). El recuerdo imborrable de una película que forma parte de ese 1% de películas que recuerdas perfectamente dónde, cómo, cuando y con quién. De ese 1% de películas que no necesitas de una IMDb para recordarte que de una u otra manera, ya sean mejores o peores aunque aquí esta cuestión sea lo de menos, forman parte de ti, y de tu vida.
Tirando de hemeroteca, en su momento compruebo que -más o menos- me referí a ella como "Puro espectáculo épico 'Made in India' del que podemos disfrutar en muy pocas ocasiones en pantalla grande. Y es una lástima, porque estamos ante un enorme blockbuster de acción, aventuras, épica, humor, culebrones familiares, efectos cgi, música y un ostentoso diseño de producción para disfrutar como un niño al que la personalidad hindú le confiere un atractivo exótico de lo más irresistible". ¿Qué esperar de su continuación sino más, más y más de lo mismo?
Y así es, 'Baahubali 2: La conclusión' es al igual que su antecesora, toda una experiencia.
Porque en realidad de eso se trata, de transcender como experiencia (vital). 'Baahubali 2: La conclusión' trasciende como película para convertirse en una experiencia, una experiencia brutal para los sentidos que retumba en una sala de cine como pocas. Especialmente, en una época en dónde la mayoría de los blockbuster "habituales" -aka, los norteamericanos- se nos presentan tan encorsetados, y en dónde 'Baahubali' puede situarse como el homólogo no sindicado del 'Mad Max: Furia en la carretera' de George Miller. O algo que como (loca) experiencia se encuentre mano a mano.
Especialmente, si el público indio le convierten a uno en clara minoría de una sala de cine en la que se reacciona como si se estuviera viendo la final de la Copa del Rey (siendo tu equipo uno de los finalistas, claro). Esto es, especialmente si el público reacciona de tal manera que deja claro que está viviendo lo que se muestra en la pantalla. Pero no solo porque quiera vivirlo, sino también porque se le dan motivos para vivirlo, en una simbiosis de la que surgen ese 1% de películas con las que recuerdas perfectamente dónde, cómo, cuando y con quién.
Y así es, 'Baahubali 2: La conclusión' al igual que su antecesora, forma parte de ese 1%.
Es cierto que, como ocurre con lo, ejem, exótico, partimos de una cultura distinta que resulta tan extraña como a la vez fascinante. Y tan fascinante como a veces, desconcertante. Como no es menos cierto que el desconocimiento en torno al cine indio puede suponer, como espectador, un escoyo importante a poco que no seamos capaces de liberar nuestra mente. De permitir que aquello que precisamente hace especial a 'Baahubali' sea aquello que nos impida disfrutar de más dos horas y media de la más grande de las suspensiones de la incredulidad.
Sin embargo 'Baahubali' no "mola" sólo por su origen, factor importante aunque no determinante. Si "mola" es por su concepción del espectáculo total. Un espectáculo sin cortapisas ni vergüenza repleto de luz, color, sonido, CGI de saldo, ralentizados, aroma a anuncio de Cacharel, sobreactuaciones, bigotes y testosterona heroica de una sola pieza dónde, al final, no hay más que la misma épica blanca (bañada en sangre) de 'El señor de los anillos' edulcorada con un tono culebresco a lo 'Juego de tronos', en una mezcla complicada de describir para un occidental estrecho de miras.
Complicada de describir por lo dicho, porque es toda una experiencia que trasciende de lo habitual en una sala de cine (a este lado del mundo). Un brutal, mastodóntico e hiperbólico espectáculo audiovisual total en el que, eso sí, por supuesto, hay que creer; incluso hay que querer creer. Dejar de lado nuestra lógica, nuestro sentido común como ciudadanos de una sola parte de un mundo mucho más grande. Pero no por lo que puede que estéis pensando, sino para que sean los sentidos los que nos habrán la mente a nuevas posibilidades de fantasía.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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