Como decían en 'Origen', una idea es el parásito más resistente. Y mientras veía 'Aguas profundas' la idea que parasitó en mi cabeza, y que ahí permanece impasible al paso de los días es que se trata de una película muy de finales del siglo XX. Y aunque no tiene por qué ser así, en este caso sí lo es. Una película (algo) pasada de moda a la que se la ha revestido de un componente erótico que llegado el caso, es como los efectos digitales en la mayoría de los blockbusters a la carta, algo superfluo y de cara a la galería.

Con Adrian Lyne de director y Ana de Armas de protagonista femenina, me resulta evidente que este componente está ahí para suscitar el mismo morbo que en su momento películas como 'Striptease' con (las peras de) Demi Moore. No es que moleste especialmente, pero sí se presenta como un recurso demodé. O lo que es aún peor, gratuito e innecesario. De ahí que la idea que decía antes se complemente con el hecho de que al mencionado Adrian Lyne, a diferencia de, por ejemplo, Paul Verhoeven, se le ha pasado el arroz.

Tampoco se puede decir que sorprenda, la verdad. A pesar de la popularidad de algunas de sus películas, Lyne rara vez ha brillado como cineasta. En 'Aguas profundas' aún menos, siendo un thriller que por no irnos muy lejos carece de por ejemplo la sensibilidad malsana y puñetera de 'Elle'. No escarba ni penetra por debajo de lo evidente, siendo una producción al servicio de una estrella -en este caso Ben Affleck- donde todo orbita a su alrededor, pero, a una distancia prudencial y con el riesgo siempre a buen recaudo.

La historia tiene su aquel, pero apenas hay nada que transmita que no sea la sensualidad innata de Ana de Armas, personaje reducido poco menos que a una gata que siempre está en celo. 'Stoker' podrá gustar más o menos, pero al menos Park Chan-wook se divertía con ella. Le ponía intención, ganas. 'Aguas profundas' sin embargo parece hecha sin más, sin particular ilusión. Sin que nos quede claro por qué Adrian Lyne ha regresado de 20 años después, si no es por una necesidad económica o porque se aburría de estar jubilado.

'Aguas profundas' en una suerte de telefilme de lujo que, por más que pueda resultar entretenido, que lo es, nos deja con la sensación, dicho sea pronto y mal, de que nos han enriquecido los huevos para que luego seamos los que sujetemos las velas. La resolución, a golpe de efecto, no hace sino rubricar que estamos ante lo que bien podría ser 'La chica del tren' respecto a 'Perdida'... o lo que hubiera podido ser 'Instinto básico' de haber caído en manos del propio Adrian Lyne: un thriller aplastado bajo la falsa apariencia de la provocación.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex