Es un hecho innegable que el género de la animación hace ya mucho tiempo que es mucho más que “dibujitos para niños”. No es algo nuevo por mucho que algunos se nieguen a aceptarlo o a apreciarlo pero cada vez hay más ejemplos de ello. Factorías como Dreamworks o Pixar han conseguido muchos éxitos gracias a (entre muchas cosas) saber alejarse de lo infantiloide y cuidar a esos progenitores que van con sus hijos al cine para que no sólo acompañen sino que disfruten. Aparte hay películas animadas como esta que nos ocupa (en muchos casos de procedencia asiática) que es 100% para el público adulto, siendo la animación un modo de contar la historia como sería hacerlo con actores de carne y hueso.

Concretamente procede del mercado coreano y por si alguien no lo ha entendido pese a todo el párrafo anterior, no es para ponérsela a vuestros hijos dado que estamos por decirlo de alguna manera, ante la antítesis de Disney, ante una obra que poca o ninguna cabida deja a la esperanza, en la que cuando parece que en el horizonte se atisba un rayo de luz, es simplemente el eco de la explosión de la formación de un agujero negro más lúgubre que el anterior. 

El planteamiento nos adentra en un pequeño pueblo que está a punto de ser sepultado bajo las aguas por una inminente inundación, situación que aprovechan los líderes de un supuesto culto que obra milagros y que evidentemente no son más que meros estafadores. Es difícil encontrar algún héroe en la historia, un protagonista que ayude al pueblo a salir de la situación y los candidatos más bien la empeoran. Uno de ellos es un padre de familia que es el único que parece ver la estafa en un pueblo que cada vez está más inmerso en el fanatismo religioso promovido pero a su vez es un ladrón, borracho y maltratador que hace que su mujer e hija vivan aterrorizadas. El otro es el cura sanador, con una continua lucha moral interna entre si cree que es cierto de verdad o sólo quiere creerlo en un camino hacia el descubrimiento de su propio monstruo interior. En todo este entramado dramático y trágico hay muchas víctimas pero la mayor es sin duda la hija del maltratador, que cuando piensa que escapa de la boca del lobo se adentra en unas fauces si cabe peores, con una situación absolutamente desoladora que en comparativa convierte a los personajes de las películas de Almodóvar en triunfadores con suerte en la vida. 

En resumen: estamos ante una película descorazonadora, que puede sumir al espectador en un estado anímico más bien bajo por su absoluto pesimismo y visión negativa de la vida. Una crítica voraz a la religión mezclada con un viaje que se adentra en lo peor del ser humano, lo más despreciable y que sin saber realmente que es, le falta algo para ser realmente reseñable pero eso no quita que cuanto menos resulte interesante y en algunos aspectos notable, con escenas duras que seguro perduran en la retina. Eso si, abstenerse espectadores con depresión o instintos suicidas. 

Nota: 6,5

por Abrahán Guirao, AKA Calderilla