Adentrarse en un aula con una cámara de cine siempre ha sido un terreno muy resbaladizo, se incluya o no entre las palabras de su guión alguno de esos seis "fucks" con los que poner a prueba la moralidad de quien los juzga o el oportunismo de quien los vende. Terreno propicio para el adoctrinamiento y la demagogia, para incurrir en esa dolorosa materia de considerar la materia gris del público tan maleable, incapaz y voluble como la tierna e impresionable psique de un pequeñajo, el principal logro de esta película es que les permite tanto a sus jóvenes alumnos como a los no tan jóvenes oyentes reflexionar sobre esa asignatura siempre pendiente que es la pérdida de un ser cercano, sobre esa educación que ni empieza ni acaba dentro de los muros de un colegio y de la que nadie, profesor incluido, tiene por qué tener todas las respuestas ni todas las soluciones. En resumen, una lección ejemplar de cómo impartir clase para enseñar al espectador a pensar sobre su educación.Si bien esta capacidad para tratar con respeto e inteligencia al espectador es la bondad que más sobresale no es la única que presenta un filme tan interesante como este 'Profesor Lazhar', producción gestada en una Canadá que a través de películas como 'Tucker y Dale contra el mal' o 'Incendies' viene reclamando poco a poco un mayor protagonismo dentro del panorama cinematográfico actual. Sirva de ejemplo que de igual manera que el citado filme de Denis Villeneuve en 2011, el director y guionista Philippe Falardeau logró colocar esta su cuarta película en la carrera de los Oscar a principios de este mismo año compitiendo hasta el final con 'Nader y Simin, una separación', un filme algo más notable eso sí al que le une tanto su capacidad narrativa para permitir que su metraje fluya sin fisuras como su naturalidad para tratar de forma cotidiana temas sustancialmente peliagudos y fácilmente corruptibles.
No obstante si los académicos norteamericanos tuvieron a bien recompensar con el citado galardón las bondades del filme de Asghar Farhadi, entre otras, bien pudo ser por la calidez que desprendían sus fotogramas, una cualidad de la que carece este 'Profesor Lazhar' cuyo conservadurismo narrativo le priva de cotas aún más altas, más no por ello las que alcance sean menos dignas. Tal vez bajo la influencia de ese blanco de la nieve tan característico de aquellas tierras del norte, y aún a pesar de la sensación de sincero realismo que desprenden todas las situaciones mostradas en pantalla, la puesta en escena de Falardeau carece de ese factor de riesgo que marque la diferencia entre la palabra y la imagen, de ese toque personal que nos permita sentir un trabajo como algo más que un trabajo, por lo que si bien su apuesta es formalmente irreprochable carece de garra para causar además también algún daño importante en el corazón.
Partiendo de una obra teatral escrita por Evelyne de la Chenelière concebida, curiosamente, como un monólogo para un sólo personaje, Falardeau logra con este filme toda un ejercicio de inteligencia para trazar con muy pocos elementos y de forma harto sutil un puñal que ataca a la razón, un filme que juega con habilidad a mostrar sin juzgar para que el público pueda interpretar su propia lección y que, a medio camino del drama y la comedia, resume sin salir del recinto de una escuela y con humildad una variada ración de temas y contradicciones a las que regresar después de los créditos, algo que no es óbice para que lejos de ser una producción moralista e intencionada a mayor gloria de un profesor en apuros con el resto del mundo al fondo, léase ese 'Katmandú' de Iciar Bollain, este logre extraer una brillante interpretación de todos sus jóvenes intérpretes capaz de arrebatar el corazón, capaz de que luzcan como aquello que son en realidad, como niños... pero de carne y hueso, que no de película.
Y es que 'Profesor Lazhar' es una película que luce como la vida misma, con sus pros y sus contras, y cuya lección resulta mucho más estimulante que la del Carpe Diem de John Keating por una sencilla razón, aquí nadie se levanta al final para gritar ¡Oh Capitán, mi capitán!, aquí nadie te da una respuesta concluyente que no sea que las verdades hay que buscarlas ahí fuera, y si acaso la de poner punto final a su argumento como compromiso narrativo y emocional para con el espectador. No. Aquí por no haber no hay casi ni música que, como decía el Jim Carrey de 'Un loco a domicilio', hacía que las películas siempre fueran mejores que la realidad... ¿y lo son? Puede ser, supongo, dependerá del grado de manipulación del que guste cada uno.
Nota:
7.25
Por Juan Pairet Iglesias
Cuando una profesora muere en trágicas circunstancias, el colegio busca urgentemente un sustituto que quiera trabajar en tan siniestro enclave y enseñando a unos traumatizados niños. Se presenta para el cargo Bachir Lazhar, refugiado argelino con sus propios problemas y traumas con los que levantarse día a día.
La película nos narra la entrañable relación que va surgiendo entre él y su clase y como van lidiando con algo tan impactante como la muerte e incluso la culpa. Una obra de emociones comedidas, que en algún momento pueden parecer frías y aunque personalmente esperaba que fuera más allá, también se agradece que no caiga en el melodrama barato o la manipulación y pese a ello contiene escenas duras emocionalmente.
En general toda la película tiene un aura de candidez y bondad, conducida por un protagonista que encabeza la tripulación con estas dos cualidades por bandera. Aparte de un buen guión, un ritmo correcto y algunos personajes notables, tiene reflexiones interesantes en el campo de la enseñanza y donde están las barreras de enseñar o educar de un profesor. Tras acabar de verla me dieron ganas de encoger y volver al colegio.
Nota: 6'5
Me ha parecido interesante como en esta película el profesor que viene de un país con más opresión es más libre de hablar que los que, en teoría, viven en un país más avanzado. También es interesante como el nuevo profesor les cambia un poco su forma de ver las clases con sus métodos y, sobre todo, hablando abiertamente sobre el suicidio de la profesora dando pie a una de las mejores escenas de la película (la otra gran escena es cuando Alice describe su redacción con ese giro inesperado que descubre a una niña muy madura para su edad).
'Profesor Lazhar' es una película entrañable y triste también, con mensajes sobre los que reflexionar, con alguna interpretación que otra bastante buena (algunos de los niños como Simon y Alice lo hacen muy bien) y que retrata lo encorsetado que está parte de la sociedad al no hablar de los temas abiertamente causando el pánico si se sale de lo que se considera incorrecto, aunque puede no serlo.
En cualquier caso, el tema es lo que trasciende y lo que seguramente se quede en la retina de aquellos que vean la película. La muerte oscilante entre la vida más viva que nunca y donde más vida se concentra en un día normal, en un colegio. Si Profesor Lazhar fuese un libro, sería probablemente una joya de esas de guardar eternamente en nuestra biblioteca, polvo incluído.
That´s what I say.