'Los milagros del cielo' recuerda claramente a 'El cielo es real'. Podría reutilizar buena parte de lo escrito en junio de 2014 sobre la segunda para hablar de la primera. En esencia, viene a ser lo mismo. No dejan de ser dos producciones cortadas por un mismo patrón... claro que, tal y como decía en aquel entonces, "reducirlo a la consideración (usualmente) despectiva de cine religioso seria como reducir 'La vida de Adele' a la consideración (usualmente) despectiva de cine porno". Ni si ni no, sino todo lo contrario. O como cuando uno puede disfrutar de una cinta como 'El héroe de Berlín' aunque no le encuentre especial interés al atletismo o a su mensaje. O incluso a la propia película.

Y el ejemplo no es casual pues, dejando al margen el empuje de Stephen Hopkins en aquella, hablamos otra producción cincelada al gusto de un público determinado. En verdad, lo esperable dentro de una cadena de montaje como la de una industria, siendo este el verdadero hándicap de ambas... o tal vez no tanto: dicha circunstancia lo que asegura es un empate, resultado que posiblemente convencerá a quién tiene que convencer. Esto es, a quién no hay que convencer de nada. Como el político que acude a uno de sus muchos mítines a decir aquello que todos los presentes quieren escuchar. Riesgo mínimo, aplauso máximo. Un éxito con una tasa de conversión del 1%.

Como decía Einstein, nos los podemos tomar por las buenas o por las malas, decisión que pone a prueba nuestros prejuicios cuando, como es el caso, hay un margen razonable para la duda. Por mi no hay problema cuando no tiene por qué ser un problema: Dios puede ser lo que uno quiere que sea, una lección que la vida me enseño hace mucho tiempo. Sí, 'Los milagros del cielo' es una producción espiritualmente religiosa cuyo título, al igual que el de 'El cielo es real', en gran medida despeja la duda sobre la que en teoría se sustenta su argumento. Incluso habrá quién piense que es un panfleto... claro que, como siempre, sólo en la medida que uno lo sea en su sentido opuesto.

El problema de 'Los milagros del cielo' no tiene que ver con lo divino, sino con lo terrenal. Y sobre todo con esa industria que la condena a ser una suma de escenas en vez de una película. Una pena porque, con el beneficio de la duda mediante, hubiera sido fácil creer en su potencial como drama que un escéptico hubiera podido apreciar. Pero eso hubiera supuesto apostar. Una apuesta que no hubiera decidido qué existe o deja de existir... que allí ya cada uno, pero que sí hubiera supuesto un riesgo que no se ha querido correr con un producto, a la postre, tan convencional y cursi como a la vez entretenido que funciona perfectamente como un solvente y lacrimógeno telefilme de lujo.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex