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'Los amos de Brooklyn': Ni amo ni dueño, tan sólo un siervo

Vía El Séptimo Arte por 15 de septiembre de 2011

Mientras que hay películas que pretenden dar un paso al frente dentro de su jurisdicción, hay otras que no pretenden más que cumplir dentro de la misma. El nuevo trabajo del director de 'Training Day', coletilla que puede ser susceptible de ser interpretada tanto a favor como en contra, es de este segundo tipo de película, una producción que respeta escrupulosamente las directrices del género al que está suscrito y donde la falta general de sorpresas en los elementos que maneja se compensa con la corrección y profesionalidad de su puesta en escena, tarea en la que Antoine Fuqua, aka el director de 'Training Day', cumple de igual manera que lo ha hecho en el grueso de las producciones que le han tenido entre sus créditos.

En 'Los amos de Brooklyn', cinta que nos llega con año y medio de retardo en relación a su estreno norteamericano, nos encontramos con el habitual leitmotiv de las películas de "cops" de barrio tan típicamente neoyorquinas, ciudad que una vez más se erige como uno de los mejores decorados del mundo para narrar cualquier historia que precie hacer uso de su entorno como si de un personaje más se tratase, en el caso que nos ocupa la clásica historia de un grupo de personajes que pretenden ser de carne y hueso y que a pesar de esconderse tras una placa beben, rezan y aman como cualquier otro hijo de vecino sobre esa fina raya que separa el bien del mal, y que tanto a un lado como al otro de la pantalla marcan ese terreno en el que casi nadie es dueño ni amo por mucho honor que se le ponga. Recurrir a 'Training Day' para trazar cualquier tipo de comentario sobre 'Los amos de Brooklyn' es un recurso tan fácil como poco propicio, en realidad dos filmes que comparten fondo pero cuyos parecidos razonables se acaban con la presencia de Ethan Hawke en ambos repartos. En esta ocasión Fuqua, director que da la sensación de que no termina por explotar aun habiendo dado muestras de ser algo más que un correcto profesional, se expande más allá de los márgenes del esteticismo de su filme de referencia para remitirse a la sequedad, crudeza, fealdad y frialdad de los thrillers policíacos norteamericanos de los años 70 filmados por Fleischer, Friedkin y compañía, y lo hace a través de ese referente que engrandece esa pequeña pantalla en ocasiones más grande que la de la gran pantalla, 'The Wire', producción con la que comparte no pocas similitudes e incluso algunos integrantes de su reparto, y un modelo se antoja ineludible a la hora de contraer deudas de estilo.

La mayor virtud y defecto a la vez de 'Los amos de Brooklyn' es, precisamente, su propia sobriedad de lo más correcta e impersonal a la hora de jugar con unas cartas marcadas y de sobra conocidas que la emparentan con thrillers del estilo a ese 'El beso de la muerte' que Barbet Schroeder rodó en 1995, referente que no sé muy bien porque mi memoria ha querido recuperar para la ocasión pero que me vale perfectamente. Tenemos tres historias, tres personajes y tres situaciones, todo ello narrado con contundencia, amargura y un marcado tono dramático poco condescendiente, serio y asfixiante enmarcado en el día a día de lo que podríamos llamar el lado oscuro de la ley que tanto juego cinematográfico ha dado (y que dará), una realidad sucia, densa y cruda en la que cualquier halo de esperanza se ve plenamente desenfocado ante la amargura de una vida marcada por el guetto y sus gentes.

Richard Gere es un policía de vuelta de todo y al borde del retiro que lo único que quiere es que le dejen en paz... pero al que le encargan como última tarea enseñar a un novato; Don Cheadle es un infiltrado que en el ejercicio de su trabajo ha perdido todo lo que tenía... y que se encuentra con que su mejor amigo es el hombre al que tiene que detener; y Ethan Hawke es un detective al que las necesidades de su familia le tientan con valerse de una doble moral... con la que aprovecharse de la placa que lleva al cuello. A partir de aquí qué vamos a decir que no se intuya ya. Los actores cumplen, sin excepción (incluido un Snipes recuperado para la causa), y sus personajes están bien definidos, clásicos pero con un desarrollo posterior que escapa del trazo grueso. Las historias que les dan cobijo están bien planteadas, tienen su fundamento y aunque el baile entre relatos cause algún que otro altibajo en un ritmo de por sí pausado estos funcionan de manera independiente y como parte del todo. La realización, extensible a toda su parcela técnica, se aplica de forma sumamente profesional en su apoyo a la narrativa, discreta pero eficiente, tan ejemplar y servicial como impersonal y funcional, pero no exenta de la solvencia necesaria para, lo dicho, ejercer a favor de una especie de déjà vu.

'Los amos de Brooklyn' es una película bien hecha, un honroso e interesante policíaco muy correcto a todos los niveles del que tan poco podemos criticar como ensalzar, que transita con solvencia a través de su propio conformismo como un ejercicio de estilo poco memorable pero igualmente convincente, válido, y que funciona como un derivado del género para entendidos en la materia. Se deja ver, no obstante, con la misma facilidad con la que será olvidada entre tantas otras producciones del estilo con mayores o incluso menores méritos para destacar ya sea como un buen o un mal ejemplo. En resumen, y por último, una película que al igual que el personaje de Richard Gere verá como tras los servicios prestados de forma no más que profesional su impersonal e anónima placa será arrojada sin pasión ni mala leche a un cajón en el que resonará con el impacto de otras tantas sin merecer el crédito suficiente como para honrar una pared que, pasado el tiempo, nos recuerde su existencia... hasta que, tal vez e igual que en el caso de 'El beso de la muerte', una simple casualidad nos recuerde su existencia y con ello una idea pasajera en nuestra cabeza: No está mal... ¿pero está cual era?.

Nota: 6

Por Juan Pairet Iglesias

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