El terreno por el que se mueven posesiones, maldiciones y demás "diabluras" de corte potencialmente engañoso es un terreno cinematográfico de lo más pantanoso y resbaladizo, donde una sola y puntual decisión artística puede destruir la credibilidad de lo que comúnmente son castillos de arena de cimientos volubles y sensibles a una simple ventolera de escepticismo. No digamos ya si hablamos de una serie completa de despropósitos o, directamente, del propio fundamento de la propuesta el cual si no convence a las primeras de cambio, agarrando al espectador por los mismísimos, por ejemplo, en algún prólogo afortunado, pocas posibilidades le quedan más allá de la concreción de alguna escena o una remontada verdaderamente épica.
Y es que hablamos de un género difícil al que le cuesta tomar forma más allá de sus referentes más populares, siempre advertido de la posibilidad de caer en el ridículo y la desidia que transforman lo que viene a ser en apariencia un guión en una sucesión aparente de momentos de difícil digestión lógica. Dicho de forma más coloquial, sus posibilidades de caer en una sucesión de tonterías hilvanadas con más o menos gracia son numerosas, mucho mayores que las de triunfar y convencer de tal manera que fracasar en su empeño suele ser por desgracia el resultado con mayor número de probabilidades y películas en su haber. Y 'La posesión de Emma Evans' no es la excepción que confirma la regla.
'La posesión de Emma Evans' es un film de muy corto alcance y a todas luces fallido, por lo que también se puede decir que es un film cercano al ridículo, ya sea a tiempo completo o con incursiones puntuales que, no obstante, servirían igualmente de sobra para que el resto de su narrativa se quedase sin argumentos para defender la propuesta, si procediese y de algún modo, por más que tampoco sume motivos que se presten a ello, todo sea dicho de paso. Lo que no tengo tan claro es que sea un film ridículo por méritos propios, o que lo sea simplemente por no haber logrado cumplir con sus propósitos, que no es lo mismo aunque lo pueda parecer. O tal vez sí, y le esté concediendo un beneficio de la duda excesivo a una producción que, sea como fuere, resulta tan insatisfactoria que vista con amigos bien puede ser incautada por la condición de "comedia involuntaria".
Si cuando se trata de poner a prueba nuestra credulidad dentro de un ámbito de apariencia realista la elaboración de la trama y su posterior puesta en escena requieren de especial mimo, tacto y sensibilidad, ni David Muñoz como guionista ni Manuel Carballo como director demuestran ese especial mimo, tacto o sensibilidad exigible a la hora de ejercer sus respectivas tareas y dotar de fundamento la propuesta que tienen entre manos construyendo un relato más bien funcional, convencional, anodino, tosco y lineal cuya apuesta por una fotografía luminosa en contraposición con la sombras cómplices de esta clase de relatos sobresale como único elemento a considerar como algo verdaderamente relevante a tener en cuenta, sin que por ello esta intención merezca más resonancia que la mención de la misma. Porque ni los sustos molestan siquiera, síntoma evidente de la indiferencia que produce un relato sin alma que le permita pasearse con pena por la pantalla. Ni eso.
Sirva de ejemplo que el bagaje de esta 'La posesión de Emma Evans' es tan escueto y pobre que ni una sola escena, imagen o momento optan al imaginario colectivo como susceptible de ser recordados el día de mañana, algo que ya evidencia de por sí el poco impacto de una propuesta que parece más pendiente de aparentar para ser vendida que de ser para poder disfrutarse. 'Emma Evans' no funciona ni como drama ni como cinta de terror, aunque pretenda dar cabida a ambos géneros y sus actores se esfuercen en adaptar sus caras a las circunstancias. Y no es porque no resista comparación alguna con 'El exorcista', cosa que tampoco pretende conviene matiza; sino porque no resiste comparación con film alguno que supere un mínimo de decencia, cayendo de lleno en ese pozo sin fondo de los proyectos fallidos y olvidables que no encontraron el camino hacia la luz.
Nota:
3.0
por Juan Pairet Iglesias
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