Emma Thompson vuelve a ponerse delante de las cámaras para dar vida a Nanny McPhee, la niñera mágica del título. No conforme con ponerle voz y rostro, también vuelve a firmar el libreto que en esta ocasión no adapta directamente ningún material creado previamente por Christianna Brand. Así, tenemos a Thompson como principal mente creativa de este proyecto que, por otro lado, dirige la televisiva Susanna White, algo que por cierto se nota para mal por la falta absoluta de interés en su puesta en escena, y que se ha llevado a cabo unos cinco años después del primer envite. Interesante, ¿verdad?
¿Debería ser necesario ser un chavalillo para poder disfrutar de una producción como esta? Aconsejable, oportuno o propicio, una de tres en todo caso, pero nunca de obligado e indispensable cumplimiento, digo yo. Y es que no sé muy bien qué decir de esta producción que parece tan escasa de valor, sentido y utilidad para cualquiera con más de, no sé, unos 7 u 8 años de edad, más o menos. Prácticamente todo aquello en lo que podía triunfar su primera parte, una simpática y lograda comedia para todos los públicos, y conviene destacar aquello de "para todos los públicos", suena literalmente a estúpido en esta segunda entrega tan poco inspirada que hasta molesta y puede llegar a ofender. Nanny McPhee se presenta a la puerta de una joven madre que intenta llevar ella sola la granja mientras que su marido está en la guerra, y de paso cuidar a sus tres propios hijos y dos primos malcriados recién llegados de la ciudad que se han declarado mutuamente en pelea constante entre ellos. McPhee, por supuesto, pondrá paz, repartirá amor y propiciará un final tan edulcorado como forzosamente absurdo a través de su incuestionable e irrefutable forma de educar. Y esto viene a ser la sinopsis de la cinta aunque su importancia es más bien tirando a mínima. Maggie Gyllenhaal o Rhys Ifans pasaban por ahí.
Uno no acaba de comprender esta producción que, salvando muy muchas pero que muchísimas distancias, me ha recordado al 'Idioterne' de Lars von Trier. El por qué de mi pensamiento me llevó de una a otra emparejándolas como films análogos me tiene en ascuas, la verdad, y mucho más interesado que uno sólo de los fotogramas de esta rancia entrega de marcado caracter adulticida. No sé hasta qué punto un niño le podrá encontrar la gracia, si es que existe en ella algún parecido razonable con la misma. Igual es que hace mucho tiempo olvidé ya lo que era ser niño y que hasta la cosa más tonta me pudiese entretener durante horas y horas. Quién sabe, pero apuesto a que ese mismo niño no se pararía a leer esto mientras que un adulto tal vez, puede ser, así que sirva de advertencia a ese adulto.
Correr un tupido velo y olvidarla como a cualquier otra pesadilla. Si he logrado dejar de fumar esto no debería acarrear mayores sudores y esfuerzos, aunque nunca se sabe hasta qué profundidad pueden llegar los traumas cinematográficos. Sí, parece que estoy siendo tan poco serio que mi opinión vertida aquí debiera tomarse con la misma poca seriedad. Yo sólo sé que no tengo niños a los que llevar al cine; los que los tenga y se vean abocados a esta 'Niñera Mágica' seguro que no les sonará tanto a broma...
Nota:
3.0
por Juan Pairet Iglesias