'El oro del tiempo': ¿Hemos llegado ya?
Si el tiempo es oro, el de 'El oro del tiempo' es una baratija de un Todo a 1 euro... y aún nos devolverían algo de cambio, lo suficiente como para comprar un paquete de chicles. Tan emocionante como pasarse una tarde viendo caer la lluvia a través de la ventana, ahí sentado e inmóvil como un idiota, como si la verdad estuviera ahí fuera pendiente de ponerse a la vista. Gota tras gota. Gota tras gota. Y gota tras gota. De pronto escampa y uno es libre de salir a la calle, momento en el que nos damos cuenta que teníamos tan poco qué hacer que hemos malgastado el tiempo como si fuera una baratija de un Todo a 1 euro. Vilmente. Y de forma inmisericorde.
La vida no espera y el tiempo pasa. Quizá por eso moleste tanto que perdamos media vida en un andén de metro, una parada de autobús o en un atasco. Programar una película como 'El oro del tiempo' a las 9 am es sin duda un acto de fe que, por su parte, añade más valor si cabe a los valientes que hacemos caso del despertador. Durante el pasado Festival de Málaga los programadores tuvieron los mismísimos de hacerlo. Olé sus huevos. O un acto de fe... o de mala fe, qué también, y con ello toda una invitación a estar, durante los 100 minutos que dura 'El oro del tiempo', luchando con bostezos y párpados a medias a ver quién es más fuerte.
La vida no espera y el tiempo pasa. Quien sabe, puede que fuera un intento por disimular que, dicho sea sin rodeos, 'El oro del tiempo' describe a la perfección el tedio, el sopor, el aburrimiento. No es una mala película aunque lo parezca, tampoco una pérdida de tiempo. Pero sí una forma de malgastarlo con una película que, como la vida de Alfredo Méndez, su protagonista, no conduce a ninguna parte. La vida no espera y el tiempo pasa; si ese era el mensaje se entiende, de sobra, y se puede dar su bendición al mensajero. Ahora bien, es un bofetón rematado con un "¿Ves como duele?" que desespera. Duele si te pego, así que te pego para que veas que tengo razón.
Y así pasa el tiempo. Durante 100 minutos, 100 laaaaargos minutos. Uno a uno. Como ver caer la lluvia, gota tras gota. Y el tiempo sigue pasando, minuto a minuto. Gota a gota. Pasa el tiempo, el tiempo pasa. Y el tiempo es oro mientras que 'El oro del tiempo', en su ensañamiento conceptual, permite que nos identifiquemos con su protagonista, un hombre que básicamente se dedica a lo mismo que el espectador, a dejar pasar el tiempo con la esperanza de que, tarde o temprano, pase algo de interés, relevante, a que pase algo. ¿Y saben qué? No sucede nada, o al menos nada relevante. Tan sólo que deja de llover y descubrimos, apesadumbrados, que hemos malgastado el tiempo.
Nota: 5,0
Por Juan Pairet Iglesias