Seis de mayo de 2007. Francia encara unas nuevas elecciones presidenciales. Mientras los ciudadanos franceses están votando al que será su nuevo presidente, Nicolas Sarkozy se ha encerrado en casa. Él se sabe ganador, al fin y al cabo nada puede fallar en su gran noche... de modo que se dedica a recordar su meteórico e imparable ascenso al poder: cinco años repletos de éxitos, pero también de engaños, trucos y enfrentamientos políticos que le han convertido en una de las personas más poderosas del mundo, pero a la vez, le han distanciado de forma irreversible de su mujer así como de otros seres queridos.
Muy caliente en el plano extra-cinéfilo llegó a ponerse la 64ª edición del Festival de Cine de Cannes. No se había alcanzado el ecuador de dicho certamen cuando estalló el escándalo Dominic Strauss-Kahn, aquel exdirigente del Fondo Monetario Internacional cuyos problemas fruto de su alarmante facilidad a la hora de bajarse la bragueta lapidaron -¡y de qué manera!- una más que prometedora carrera en las presidenciales de Francia. Estuvieran o no demostrado los calentones de Monsieur Dominic, lo único seguro es que este escándalo beneficiaba a una figura que casi sin quererlo -o no- veía como se quedaba sin rivales para hacerse con el control del gobierno de Francia. Hablamos cómo no de Nicolas Sarkozy.
Un hombre que de haber nacido en los Estados Unidos (y de creernos todo lo que desprende su biografía) de buen seguro hubiera inspirado algún que otro biopic. Lo mínimo que puede esperarse de un hombre hecho a sí mismo (el ''self-made man'', aquel concepto que tantas pasiones levanta en el otro lado del Atlántico). Lo mínimo que puede esperarse de un hombre que a pesar de todas las dificultades que encontró en el camino, consiguió conquistar sus no poco ambiciosos propósitos. Todo esto si nos creemos todo lo que nos cuentan, para que conste de nuevo en acta. El caso es que ahora conocemos a ''le Président''; al hombre que junto a su socia alemana reina en el viejo continente; al hombre al que no le importa emprender vuelos internacionales con tal de conseguir el rescate de unos pobres rehenes...
Conocemos incluso al hombre que ha conquistado el corazón de una mujer que ya quisiéramos muchos para nosotros. ¿Pero cómo consiguió el susodicho personaje llegar hasta aquí? ¿Cómo consiguió Nicolas evolucionar en Sarkozy? Son preguntas a las que intenta dar respuesta precisamente 'De Nicolas a Sarkozy', último filme de Xavier Durringer, afortunadamente presentada fuera de competición en la Croisette, y cuya presencia en el que supuestamente es el mejor festival cinematográfico del mundo, se explicaría solamente por la voluntad de los organizadores de aportar un poco de morbo a su parrilla. Se trata de un biopic que relata todos los pasos y maniobras que llevaron a Nicolas Sarkozy a la presidencia de Francia.
Con apariencia / voluntad de súper-producción pero con esencia de TV movie, esta conquista del Elíseo no se libra en ningún momento del peligro de caer en la caricatura tontorrona, y supone un ensalzamiento de brocha gordísima dedicado a un hombre visto como un profeta... y como un mártir, por todos obstáculos que le plantearon sus colegas políticos (en este terreno, el rol de malo malísimo lo comparten Jacques Chirac y Dominique de Villepin) y su mujer (ahora toca apuntar con el dedo acusador a Cécilia Sarkozy, que por lo visto también fue una verdadera harpía). Llámese clase express y a ratos entretenida sobre la historia más reciente de la política francesa... llámese panfleto pestilente hecho para que cierta figura pública remonte en popularidad, que buena falta le hace (mucho más con los socialistas comiéndoselo hoy por hoy en todas encuestas).
Ambos análisis son igualmente útiles a la hora de comprender mejor una cinta que -no lo olvidemos- su título original se traduciría al castellano como ''la conquista''. Y es exactamente esto: lejos de un acercamiento objetivo a la persona retratada (una cualidad que los biopic de hoy en día parecen ver más como un mal vicio), se trata de la crónica tendenciosa sobre cómo se gestó la construcción de un mesías. ¿Película tramposa y de escaso recorrido más allá de sus fronteras? ¿Relato que pasa de puntillas sobre los tramos más peliagudos y comprometedores? Sí a todo. Eso sí, Denis Podalydès y compañía están ciertamente inspirados, lo cual no hace más que recalcar lo similar de esta propuesta con otra que hace poco le valió a una grandísima actriz el tercer Oscar de su carrera. ¿Podemos hablar de 'The Iron President'? Casi, casi.
Nota:
4 / 10
por Víctor Esquirol Molinas