Estás en Moscú, allá por los años 50. Por ejemplo... Y esto del comunismo, sinceramente, crees que a tus camaradas se les ha ido un poco de las manos. Que sí, que vale, que muerte al burgués, que viva la dictadura del proletariado y que tal y cual, pero esto definitivamente no es lo que os prometieron. Micrófonos ocultos aquí, represión allá... gulag mucho más allá.
Un desastre. Total, que cuando has querido darte cuenta, te encuentras en el lado equivocado del Muro. En territorio comanche, vaya. Sin posible vuelta atrás. Fatal. En serio, que no te confunda el que hasta el barrendero del barrio más humilde hable un inglés digno de Shakespeare. Esto es la capital de la Unión Soviética, eh. Va joder, fuera coñas, que esto es serio. Ponte en situación, ¿quieres? Vale, sí, el croma ése del río Moscova da un poco de cáncer de retina, no te lo voy a negar, pero ¿qué coño quieres? Al fin y al cabo, esto no es una película a la que vayas a pedirle que te deje flipado con sus efectos visuales, ¿no? Pues ya está. A otra cosa. No, al grano, que la KGB viene pisándote los talones y por aquí no hay rastro de aquellos malditos yankees. ¿Se habrá ido al traste el acuerdo al que llegasteis? ¿Te habrán dejado tirado así porque sí?
Esto es insoportable.
Es que a ver, ¿quién te mandaba a ti meterte en estas movidas? No podías quedarte tranquilamente en la granja del tío Volodya, no... Tú eras demasiado joven para esto. Demasiado inquieto. Lo que te iba a ti, más que las vacas del campo o la maquinaria burocrática de la gran ciudad, era experimentar. Con las sensaciones, con los gustos, con los sentimientos... Hasta que claro, te enamoraste. Corderito. Ay, el amor, que tire la primera piedra quien esté libre de pecado, ¿no es así? Tú desde luego no vas a ser ése. Y que conste en acta, por Marx que lo intentaste. Hiciste todo lo posible para no caer en la trampa... Pero al final lo hiciste. Joder si lo hiciste. Tampoco vamos a culparte. ¿Quién podría haberse resistido a aquella sonrisa? ¿Cuántos hombres se habrían perdido antes en aquella mirada de acero azul? Si es que en el fondo te entendemos perfectamente. De modo que ya puedes ir enmarcando estas palabras, chaval:
''Puedes engañar a tu país, pero no a tu corazón''. Ni-que-la-do. Lo mejor del asunto es que esta epifanía,que por cierto parece vomitada por Paulo Coelho tras un campeonato de beer-pong celebrado en un barucho de carretera de mala muerte, no sólo es la frase promocional del póster (tanto en la versión original como en la nuestra) de la película que ahora nos ocupa, sino que además, captura la que efectivamente va a ser su filosofía...
... Durante unos buenos noventa minutos... Que a lo mejor son más de tres horas. A saber. En aquel pase de prensa celebrado en Barcelona, se impuso, por encima de cualquier otra cosa, la decrepitud. Como en otros muchos, para ser justos, pero en éste, especialmente. Todo acompañaba; todos los astros estaban alineados. Era viernes al mediodía. El fin de semana estaba cerca y veníamos de otra proyección. A saber de qué peli era... pero en aquel momento,
aquella parecía como la mejor de Kubrick y ésta... bueno, como la peor dirigida por el hijo de tu vecina, ese pajillero de los cojones que te despierta cada noche entre las 3 y las 4 de la madrugada. Hay que joderse, ¿cuánto llevamos? ¿Dos horas, ya? Pues no... NO. Apenas hemos pasado del cuarto de hora. ''Puta bida''. El tipo de dos filas atrás ya no aguanta más, y treinta segundos después empieza a expresar su descontento, encadenando ''Pffff's'', ''Aiiiixxxx's'', ''Mmmmm's'' y otros ruiditos grimosos, aprovechando cada momento de silencio que le concede la cinta. El concierto va in crescendo, y si no eructa o se pedorrea es seguramente por miedo a no entrar en los siempre peligrosos terrenos del spoiler. Nunca se sabe cuándo podrías estar jodiéndole el show a alguien. Solo que éste no es el caso. 5 minutos después del primer estallido, la guturalidad se ha hecho viral, y en un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos con que varios respetables (?) miembros de la crítica cinematográfica están entonando una sinfonía que ni en el mismísimo Bolshói.
Mierda, dijimos que estábamos en Moscú, ¿no? Pues sí, pero a saber. A saber si algún día, la demografía en este país se decidirá a dar ese empujoncito que se necesita para que termine, de una vez por todas,
la tiranía de las Señoras en el ya de por sí ''aseñoradísimo'' sector de la exhibición fílmica. Mientras esto no sucede, toca ir comprobando la teoría de la relatividad con títulos como 'Cuando la nieve', melodrama histórico sobre amores imposibles, sobre los fantasmas del pasado y, esencialmente, sobre lo malos que son los rusos, sin importar demasiado la época en la que nos encontremos, aunque claro, la hoz y el martillo siguen funcionando como símbolo universal del terror más barato. La gracia (totalmente inexistente) está en tratar de adivinar cuántas toneladas de maquillaje le han puesto a Rebecca Ferguson, cuándo se le va a volver a pasar a Sam Reid que está interpretando a un personaje eslavo, y cómo diantres se lo va a montar Charles Dance para hacernos olvidar a Tywin Lannister. Y así, hasta rellenar esa eterna hora y media. Hasta el infinito, y más allá. ¿Se puede ser más rancio, pesado y ridículo en el regodeo de la -supuesta- pasión?
¿Se puede dirigir peor una película? ¿Puede que al crítico de dos filas atrás se le haya escapado el cerebero por la nariz en uno de sus muchos resoplidos? ¿Puede que los ramalazos lésbicos de Shamim Sarif nos estén escribiendo, en realidad, una especie de Génesis apócrifo de las t.AT.u.? Ya puestos...
¿puede ser que ya nos hayamos topado con la peor película de 2016? Imposible, para ostentar dicho honor, tienes que importarle a alguien. A quien sea. Y ni que sea lo más mínimo... Y no.
Nota: 1 / 10
por Víctor Esquirol Molinas
@VctorEsquirol