'American Pie: El reencuentro' - La nostalgia en tiempos de crisis
Ahora más que nunca que a Hollywood se le acusa de falta de ideas, acusación que como la crisis del cine español uno se pregunta si no habrá alcanzado ya consideración de costumbre, cuando asoma en la cartelera un título que recupera el sabor de un éxito pasado al que hace tiempo que se le acumula el polvo encima ya sea en forma de secuela, precuela, remake, spin off, reinicio, reinterpretación o como tengan los santísimos de llamarlo para la ocasión, lo cierto es que a uno no le quedan muchas más opciones aparte de fruncir el ceño, apretar el culo y cruzar hasta los pelillos del cogote para que quien le haya metido mano aspire a rendir homenaje y tributo a algo más que al bolsillo de la mano que le da de comer... ¿de qué palo de la baraja es este "reencuentro" protagonizado por un amplio elenco de actores que desde que salieron del East Great Falls sus carreras acumulan tanto polvo como la franquicia que les dio de comer?
Hay algo que atrae más a los actores que el dinero, y es la oportunidad de volver a ser el centro de atención, de reverdecer los laureles que un día les situaron en el centro de su universo. Por eso cuando un actor recupera según que personajes de su pasado alegando en no pocas ocasiones un entusiasmo comparable al de los políticos cuando retuercen el lenguaje de tal forma que ni los académicos de la lengua, uno no puede dejar de sonreír ante tal descaro que incluso a veces contradice lo que antaño era una negativa soberbia.
Casos hay centenares, pongamos de ejemplo esa 'Scream 4' olvidada el día después de su estreno que hacia gritar de dolor en vez de terror, y todo aquel que ha tenido la oportunidad de participar de alguna manera en algo parecido a una producción popular se suele reservar ese comodín por si sus cualidades interpretativas no les permite situarse en ese limbo al margen de todo resultado comercial al que sólo acceden los actores que están por encima del bien y del mal como Daniel Day-Lewis, por citar alguno. Y no hablemos de los estudios, mejor no hablemos.
En el 2003 fue la tercera y última vez en que vimos en la gran pantalla a la gran mayoría de los Jim, Chris, Kevin, Finch, Stifler y compañía, solo ellos las chicas a un lado, y casi también a muchos de los actores que los interpretaron en aquella última entrega de las de verdad, nada de rancios emuladores directos a vídeo, que ya de por sí evidenciaba un desgaste ostensible respecto a un original que todo sea dicho de paso, tampoco es que fuera gran cosa salvo una producción muy simpática, cualidad que le permitió ignorar en buena medida el alcance de sus evidentes carencias de la misma manera que en su momento le pasó al que sin duda era su referente más claro, ese 'Porky's' que a imagen y semejanza fuera de contexto también pierde buena parte de la gracia que es de suponer tuvo en su momento.
Y repito, de la gracia que tuvo... porque no siempre quien tuvo, retuvo, y si bien esta 'American Pie: El reencuentro' puede ser vagamente simpática lo es más por su herencia, y por lo que esta puede evocar, que por el escaso aporte y gracia de quien no tiene nada que ofrecer salvo la nostalgia (en tiempos de crisis), y eso que hablamos de un filme de ¿hace 13 años?. Hay cosas que mejor dejarlas estar en su sitio, y en su tiempo.
'American Pie: El reencuentro' de película tiene poco y de producto mucho, algo que resulta evidente cuando apenas reunidos los principales personajes en un mismo plano el guión se queda sin más recursos para sostener su excusa argumental que la reiteración en los clichés más burdos del género planteados, además, de forma tan torpe y ruda que su resolución resulta de lo más anodina e intrascendente, todo ello condimentado con ese tono de salido adolescente que en personajes de treinta y tantos ya no tiene la misma efectividad si no se le añade algo de elegancia.
Y es curioso que a Jason Biggs en un momento dado le comparen con Adam Sandler, chiste que tal vez no de manera fortuita empareja a esta nueva de 'American Pie' con una de las últimas producciones del llamado humorista, 'Niños grandes', de la que bien podría ser una especie de remedo ambientado diez años antes con jovencitas de buen ver al borde la legalidad en vez de MQMF's como Maria Bello. En ambas producciones venimos a encontrar más o menos lo mismo: una vaga excusa con la que permitir a la audiencia financiar la reunión de un viejo grupo de amigos para deleite de, primero, ellos mismos, y segundo y si queda algo de tiempo, del resto de los presentes.
Siendo juntos, y dando por sentado que el fin pueda justificar los medios, la rutina de un filme plano, obtuso y prescindible puede ser aceptada si por el camino cuanto menos nos regala una dosis razonable de esas risas que cabe exigir a toda comedia que pretende cobrar con esa excusa. Ni sí ni no. Si bien hay algún que otro chiste susceptible de ser gracioso, pocos la verdad que en todo caso que no provengan de Stifler o el padre de Jim, la inspiración en la elaboración de los mismos es afín a la predisposición del guión por no hacer nada de provecho, brillando por su ausencia e incapaz de sobrevivir al reciclado constante de unas gracias que a la cuarta huelen tanto a déjà vu que no sorprenden, y que sólo la complicidad de aquellos muy devotos puede ayudar a circunvenir sin darle apenas esperanzas a los que esta es su primera vez.
Y eso durante su primera hora de sus casi dos de duración, tornándose sus últimos largos minutos en el clásico mercadillo dramático con sangre de horchata lastrado además por la necesidad de recuperar a todos los personajes de la primera entrega, y repito a todos, aunque sólo sea para cumplir con un expediente se antoja escaso de méritos para simbolizar lo que pretende creerse, una especie de 'El padrino' de la comedia, auténtico chiste de todo este ramplón ejercicio de marketing cuya gracia casi se concentra sólo en sus carteles promocionales.
¿Acaso qué es hoy en día 'American Pie' sino la película en la que Shannon Elizabeth enseñó las domingas? De igual manera que 'Aquel excitante curso' es recordada por la delantera de Phoebe Cates o 'Labios ardientes' por la de Jennifer Connelly, sendas afirmaciones discrepables por parte de una fémina, se acepta, 'American Pie: El reencuentro' apenas si ofrece detalle alguno para el recuerdo salvo el, eso sí, muy entusiasta topless de Ali Cobrin que al menos nos proporciona un buen par de motivos para alegrarnos de haber vuelto a ver a Jim & compañía. Puede que 'American Pie' no sea una gran película, puede que ni nos sirva de ejemplo de nada en particular ni que reparemos habitualmente en su existencia salvo de casualidad. Pero no es menos cierto que es un filme de esos que, para los que pudimos, se recuerdan con simpatía por los servicios prestados, no obstante de la que da miedo poner a prueba con un revisionado que ahora pueda no encontrarle la gracia al culo fino y demás paridas. Esta cuarta entrega tan sólo supera en una cosa a su predecesora: Se la podrá poner de ejemplo para apuntalar la teoría de la falta de ideas (y escrúpulos) de Hollywood...
Nota: 4
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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Se que no soy un experto en la materia, pero espero que os guste ;)
http://www.youtube.com/watch?v=9Pmst_3I-WQ&feature=autoplay&list=PLC6EDE209CA1BAB5B&playnext=1
Lo primero a decir es que la película es por y para fans de la saga. La cinta va dirigido basicamente a ellos y mi crítica también.
15 añitos tenía servidor en 1999 cuando se estrenó la primera película de American Pie. Fue de esas películas que vas con los amigos a verlas y jamás las olvidas, que dan conversación, expresiones y paridas para mucho tiempo, incluso algunas se quedan para siempre. El resto de la saga (refiriéndome a las otras dos y olvidándonos de los lamentables spin-offs posteriores) no se quedaron atrás y es que, aparte de que solo se llevan 4 años de diferencia entre ellas y los de mi generación pasamos la adolescencia con ellas, un hombre nunca acaba de madurar ni falta que hace.
Viéndola se siente una mezcla de nostalgia y una sensación de rejuvenecer más de una década de repente. Está de moda "gracias" a facebook reunirse para cenar los compañeros de clase para ponerse al día, intentar pillar cacho, recordar anécdotas, enseñar fotos de los hijos, fardar de logros o fantasmear inventándolos. Y cogiendo este concepto, nuestra pandilla se reune de nuevo para pasar un fin de semana como los que tenían cuando su vida era un camino de "parrandas" y no una senda de obligaciones.
Como reza en parte la sinopsis, Jill y Michelle ya tienen un hijo , Oz es famoso por presentar un programa de televisión y tiene una novia que se aprovecha de él, Stifler trabaja por imposición de la madre en una empresa donde el típico al que antes puteaba ahora se lo hace a él, Finch parece la reencarnación de Willy Fog con una supuesta vida interesante y Kevin sigue siendo el más prescindible de todos.
Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg escriben y dirigen una película, producida y seguro controlada de cerca por el director de la primera: Paul Weitz. Dudé antes de ver la que nos ocupa, pegarle un repaso a la saga y me alegro de no haberlo hecho porque por un lado seguramente hubieran perdido parte de su encanto y porque en el viaje durante este visionado los flashbacks a una década y pico atrás han sido más intensos.
Y es que pese a no ser objetivo 100% con la película por estar atrapado por la nostalgia, eso no quiere decir que haya que reconocer que argumentalmente resulta previsible, con muchos clichés en los personajes, las situaciones y con la progresión y altibajos típicos del género. El fuerte de la película y realmente su propósito es evocar la tan repetida en esta crítica nostalgia por constantes referencias y guiños a las anteriores, tanto repitiendo escenas y situaciones cambiando algún pequeño factor, diretamente reinventándolas o dándoles acertados sorpresivos giros de tuerca.
No me olvido de las constantes apariciones de caras conocidas de las otras tres, con su punto más álgido en la cena teniendo también algún que otro cameo interesante. Como en las anteriores y centrándonos en la pandilla, el protagonismo lo lleva Jill que está correcto y no defrauda. Stifler diría que supera las expectativas pasando de ser el aguafiestas en muchos momentos de la saga, a esta ser el que anima la cosa cuando es necesario y decae el ritmo. Acertado también darle más protagonista al padre de Jill, uno de los personajes más interesantes y entrañables de la cuatrilogía.
La BSO recupera temas de años atrás y añade alguno nuevo, apoyando esa sensación marcada durante toda la película de regreso al pasado sin olvidar con melancolía que los años han pasado y todo ha cambiado.
En resumen...
Si eres fan de la saga: mírala, no te defraudará.
Si no has visto ninguna: Pues depende de tu edad y de tus gustos, pero la película basicamente es un homenaje a la saga, no creo que en general se disfrute mucho.
Si no te gusta la saga: Para empezar ¿por qué has seguido viéndolas hasta ahora? Y ¿por qué te planteas si quiera ver esta?
Nota: 6
A mi me pasa igual.