'Señorita 89' - La belleza está en el exterior. Serie con un gran reparto de mexicanos
A veces resulta muy complicado valorar una serie en su conjunto cuando sólo has visto una parte de todos sus episodios; en este caso, cuatro de un total de ocho que Starzplay ha puesto a nuestra disposición de forma anticipada. Hay series que una vez vistos dos, tres o cuatro episodios, o al menos la mitad, se pueden valorar sin miedo a equivocarse. Con otras series resulta harto complicado pues, como es el caso de 'Señorita 89', tu opinión se encuentra en mitad de un proceso que requiere de la imagen completa para ser moldeada como Dios manda.
Lo que viene a ser no tenerlo claro: Durante su primer o segundo episodio tenía una idea de la serie que ha cambiado después de los otros dos episodios, tengo que decir que a mejor aunque no necesariamente para bien. Veamos, la principal responsable creativa de la serie es Lucia Puenzo pero el nombre que verdaderamente sobresale es el de Pablo Larraín como productor. El responsable de 'Spencer' o 'El club', esta última con la que cree una asociación inmediata con 'Señorita 89' al tener, en apariencia, una tensa (o intensa) convivencia como nexo de unión.
Y al menos en sus primeros compases parece que algo de esto hay. México, años 80. La trastienda de un concurso de belleza precedido por un retiro en una apartada finca privada, en donde las 32 concursantes vivirán un duro entrenamiento de tres meses. La belleza en este caso está en el exterior pues, obviamente, es de suponer, bajo las apariencias se esconde un sinestro mundo... que no es que sorprenda demasiado a estas alturas, mucho menos que lo pueda hacer como si esto mismo nos lo hubieran contado, tal cual, a mediados de los 90.
Sus intencionalidad y afiliación están claras desde el principio, y a priori su desarrollo no se aleja apenas de lo que podríamos suponer viendo su planteamiento. Un planteamiento al que a diferencia de la mencionada 'El club', se le añade un componente de thriller que rivaliza con el aire a culebrón que envuelve todo el conjunto. Una mezcla que si bien anima todo el cotarro, que para algo ha sido introducida, visto tan sólo hasta la mitad está por ver que no absorba por completo un discurso errático con demasiada tendencia por el sensacionalismo y el artificio.
Desde luego esta teórica crítica de los concursos de belleza y al patriarcado no brilla por su sutileza, cayendo a plomo por la obviedad de un deambular adscrito, claramente, a lo que podríamos considerar como una serie de televisión. Tal cual. Lo genérico de esta afirmación es quizá lo más perjudicial para 'Señorita 89', producción cuya aparente buena voluntad se encuentra demasiado dispersa, deshidratada bajo un discurso que parece expuesto sin la confianza de quien lee los discursos que ella misma ha escrito. O mejor (o peor) aún, que no necesita ni leerlos.
Una afirmación tal vez temeraria cuando aún hay un 50% por delante, pero que a juzgar por el otro 50% no estoy seguro de querer afrontar. Y es que si bien 'Señorita 89' funciona como distraída función televisiva, su fundamento, al final, parece más supeditada al giro que al contenido. Justo lo contrario que hizo el mencionado Pablo Larraín en 'La historia de Lisey', un tal vez peor producto de consumo pero indudablemente una experiencia mucho más estimulante, personal y auténtica. O directamente, sin más, una experiencia estimulante, personal y auténtica.
Sin la sugerente habilidad de por ejemplo la reciente 'Separación' para camuflarse dentro de sí misma y desafiar, con estilo, personalidad y muy buen gusto las expectativas que pueda generar su planteamiento en el espectador.
Por Juan Pairet
@Wanchopex