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'¡Queridos camaradas!' - El cine grande al que lo hacen pequeño

Vía El Séptimo Arte por 18 de agosto de 2022
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El ruido que generan las películas suele ser un fenómeno ajeno a la justicia. Ni un rastro de meritocracia en cuanto a recibir alabanzas se refiere. Es una "suerte" que reciben varias cintas que están pensadas, ejecutadas y mostradas con contundencia pero que terminan siendo enviadas al embudo de la invisibilidad. Esta definición encaja en el estudio analítico de lo que hace Andréi Konchalovski en 'Queridos camaradas', donde el veterano director ruso destapa carencias y señala casi a modo de regaño los defectos más grotescos del sistema comunista. Anarquía, caos organizativo y sobre todo mucho miedo a la represión completan una obra de mucha envergadura.

El blanco y negro sirve en la película a un propósito de compresión narrativa, de celda que cautiva todo el terror visual que la historia destila. Es Yulia Vysotskaya, con una actuación desgarradora y muy intensa, la vía que canaliza todo este horror sensorial. El seguimiento del terror de su personaje es siniestramente bello y produce un regusto amargo difícil de explicar. La grandeza con la que el relato adquiere volumen y se formaliza es autoral por los cuatro costados, señalando a Konchalovski como un estupendo y sofisticado cineasta.

'Queridos camaradas' es una película pensada a lo grande que será reducida a lo pequeño, mostrando (aún más claro) las fallas que tiene este negocio a la hora de dar voz y voto a las películas de manera equitativa. Es cine de corte clásico, de encuadre recto y de incolora firmeza visual, pero a su vez hay artesanía, hay una narración que brega con formas del presente y se advierte un cierto aire de actualidad reposado en su fondo que colocan a la película en dos espacios donde es perfectamente identificable.


Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_

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