'Los muertos no mueren' - La maté porque era mía
'Paterson' fue toda una sorpresa para mí. Fue la primera vez que conecté con el cine de Jim Jarmush. La primera, y probablemente, visto lo visto, también la última vez. La excepción que confirma la regla. 'Los muertos no mueren' me ha devuelto a una realidad que me ha golpeado duramente, y con la mano bien abierta.
Escuece, sobre todo, porque después de 'Paterson' había algo de expectación. Duele, particularmente, porque tantos nombres de sobra conocidos se presten tan desvergonzadamente a participar en esta broma pesada que es 'Los muertos no mueren', una tontería sumamente autocomplaciente y descaradamente autoindulgente.
'Los muertos no mueren' es una clara alegoría de la América contemporánea, también de la América de Trump. Una alegoría tan sutil como matar moscas a cañonazos, tan compleja como una mala comedia de un Adam Sandler que Dios tenga en su gloria. Una retahíla de gracietas sin oficio ni beneficio, ni mucho menos alma.
Me viene a la cabeza, como una de Quentin Dupieux pero sin la gracia de Quentin Dupieux. La pereza y acomodamiento que desprende 'Los muertos no mueren' es incluso asquerosamente pueril, demasiado "encantada de haberse conocido" como para disimular que se trata de una reunión de amigotes a cuenta de la casa.
Me viene el abuelo Cebolleta, erre que erre con sus batallitas. Jarmush, "el autor", adormilado al calor de su propia leyenda y consumido por unos zombis a los que deja sin expresión. Quizá, por miedo a que alguien abra la puerta y se encuentre con que su leyenda es la cinta de un roñoso radiocasete puesta en bucle.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Ni aún siendo muy fan de Jarmush, diría...
Me gusta el cine de Jarmush pero daba la impresión de que esta película era una apuesta arriesgada y las críticas no están siendo muy favorables, aún así la veré y ya comentaré algo por aquí.
Spoiler
Y para ver ese final
Un 2.