Esta crítica debería haberla escrito mi sobrino. Esa era la idea, escaquearme, pero al final el que se ha escaqueado ha sido él, cómo no. A sus nueve años lo de escribir todavía no le llama, menos aún en pleno verano como estamos. Es joven, hace calor, está en el pueblo, de vacaciones. Tiene que disfrutar ahora que todavía puede.

Como ha disfrutado sin ir más lejos de 'Mascotas 2', una de esas películas a las que un adulto como un servidor, sin descendencia propia, no encuentra mucho sentido ver. Vi la primera, y ya tuve de sobra bastante. Es Illumination Entertainment, y salvo sorpresa mayúscula, ya sabemos que lo que hay, no es más que lo que hay.

Así me lo confirma mi hermano, el padre de la criatura. Un adulto con descendencia propia, curtido en no pocas proyecciones como está. "A él le ha gustado, para mí normalita". De hecho mí sobrino asegura que le ha gustado más que la primera, que si aceptamos barco como animal acuático, "mola mucho más".

Tiene que disfrutar ahora que todavía es joven e ingenuo. 'Mascotas 2' es la típica película de animación que se hace porque la primera ha tenido éxito. Había que hacerla, y había que hacerla antes de que el grueso de su público entrase en la adolescencia. Una secuela fácil, sencilla, directa. Que tanto monta que monta tanto.

Es, y punto, sin más.

Puro y simple relleno. Irrelevante, indiferente. No es ni de lejos una nueva secuela de 'Toy Story' aunque la primera fuera un remake encubierto de 'Toy Story'. Tampoco hay un legado que mancillar ni una infancia que arruinar. Simplemente es, como la primera, una película "para niños" para ver casi en exclusiva con un niño a tu vera.

Si no es así, lo moliente y corriente resulta demasiado moliente y corriente. La sonrisa de un niño, que todo lo cura y permite a los Illuminations del mundo seguir haciendo negocio, que de eso se trata al fin y al cabo. Algo que salta a la vista con 'Mascotas 2', una buena explicación al por qué de la "secuelitis" actual.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex