Era difícil, complicado, improbable que la Lisbeth Salander de Fede Álvarez estuviera a la misma altura que la de David Fincher. Y así es. Así ha sido.

'Millennium: Lo que no te mata te hace más fuerte' es más un thriller que una película, dicho sea en sentido peyorativo. El resultado de un proceso más industrial que artesano. Más comercial que creativo. Más promocional que sustancial. Luce bien, como toda acomodada producción hollywoodiense, y se deja ver, como corresponde a todo relato de suspense dónde el movimiento es la acción. Pero no es lo mismo. Apenas lo es.

Nada más comenzar, desde los créditos iniciales y hasta el final. "La comparación es odiosa" haciendo bueno el dicho ahora, que no hace siete años. No hay nada peor que ver una película pensando todo el rato en otra. La sombra del 'Millennium' de David Fincher es enorme, no ya sólo por los méritos de aquella: También, por los deméritos de esta nueva producción que a diferencia de aquella, parece poco más que un trámite.

Álvarez deja en atrás al chaval de 'Posesión infernal' y 'No respires' para sentarse en la mesa de los mayores. El traje y la corbata en lugar del chandal y la gorra. La diferencia, fundamental, es que aquí no parece que se esté divirtiendo; aquí, y ahora, parece que sólo está trabajando. Un trabajo competente, a la altura del profesional que sin duda es. Pero a la vez, también, a la altura de cualquier otro. Esto es, de cualquiera y de nadie.

A esta Lisbeth Salander que le ha tocado defender a Claire Foy se la ha reducido a su mínima expresión. Le falta un auténtico valor distintivo que vaya más allá de las pintas. Del dragón tatuado. Al personaje, y a la película con él, se le ha despojado en gran medida de lo que de alguna manera le podía hacía especial. Relevante. De lo que podía hacer que este thriller no fuera en esencia, en la práctica, sólo un thriller más.

Pero así es, este nuevo 'Millennium' viene a ser un thriller más con una Lisbeth Salander, la de Claire Foy, que se defiende pero no ataca. Que cumple en igual medida que la película como pasatiempo resultón. Como solvente heroína de acción cuya leyenda, de ser juzgada por esta entrega, no hubiera sido sin embargo leyenda. Se deja ver, entretiene. Pero pierde claramente ante un recuerdo que deja claro lo que no es...

... y aún peor, al que parece que no ha intentado parecerse. Porque no ha intentado ser, sino que simplemente ha sido. Así, sin más.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex