'El chef' - El ballet cósmico
'Hierve' es una película definida por cómo se ha rodado: Un plano secuencia de 90 minutos durante el que la cámara (per)sigue, como avisa su sinopsis, a los trabajadores y clientes de un lujoso restaurante de Londres durante el servicio más complicado en la noche más concurrida del año. Esto es, no es un día cualquiera y por supuesto, no es un documental sobre cómo se atienden mesas de forma más o menos rutinaria: Es una ficción que imita la vida.
Que imita muy bien a la vida, de forma creíble y sostenible. 90 trepidantes minutos que se pasan en un suspiro, siendo que ya sólo por la pericia técnica de su toma única y sin cortes merece la cata. Un recurso para nada gratuito que está usado con cabeza y sentido común, y que dota a la película de un fuerte sabor que de otra manera, tal vez, posiblemente, no hubiera tenido. Desde su posición de testigo privilegiado, la cámara se convierte en el narrador.
El narrador de una historia coral que como los planetas del Sistema Solar respecto al Sol, gira en torno al como siempre notable Stephen Graham. 'Hierve' es una suerte de ballet que brilla sobre todo por la técnica, pero porque dicha técnica está al servicio de una historia a la que envuelve de manera orgánica. Cómo si fueran una sola cosa, emparentando los hechos a la sensación que pretende transmitir a través de sus concisos acordes dramáticos.
Así, el dinamismo de los múltiples frentes argumentales entrecruzados o la desprendida precisión de su esfuerzo colectivo apuntalan un discurso que como la vida en hora punta, no espera a nadie ni se detiene por nadie. 'Hierve' es un plano secuencia de 90 minutos donde no es tanto lo que se cuenta como lo que con afilada humildad representa: Una imitación de lujo cuya técnica se funde con la narrativa para ofrecer un plato digno de una estrella Michelín.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
No recuerdo si he visto anteriormente alguna otra plano secuencia pero ésta me ha parecido que tiene mucho mérito por su propia naturaleza. Aquí no hay artificio alguno y las situaciones cotidianas que se dan en cualquier restaurante son las que llevan la inercia y peso del metraje.
Esto, en ocasiones, me ha llevado a tener una sensación de deja vu sobre lo que me estaban contando basándose mi interés enteramente en cómo me lo contaban. Y en ese punto, el elenco brilla dotando de verosimilitud a cada una de las situaciones pero, como digo, esa sensación de deja vu ha disminuido algo mi interés.
Stephen no defrauda.
Un 6,5.