'Sangre de mi sangre' - Los que estén a favor, que griten muerte
Parece obligado hablar de la vida personal de Mel Gibson cualesquiera que sea el trabajo que presente. Como si fuera uno de los freaks del Sálvame, como si lo importante fuera aquello que hace una vez sale del trabajo.
No lo voy a hacer. Y me trae sin cuidado.
Además, ¿para qué hablar de algo problemático si se puede resolver a hostias como tantas otras veces nos ha enseñado el cine (¿o la vida real?)? ¿Acaso no hemos dejado ya bien atrás esa oscura época de la palabrería barata a lo James Stewart? ¿Cuando unas elecciones (o dos, o tres) o esos mamarrachos que dicen dialogar (¿con monosílabos?) han resuelto algo que no sea poner un cartel a la mediocridad? Más hombres de acción y menos metrosexuales, y nos dejamos de tonterías.
En fin, pasemos página.Tras ver 'Sangre de mi sangre' queda claro que al margen de cualquier otra posible consideración, haya pasado lo que haya podido pasar y pese a quién le pueda pesar (a su pesar o no), el artista anteriormente conocido como Mel Gibson sigue conservando ese brillo en la mirada al que se refería Homero Simpson en aquel mítico episodio. El mismo que le convirtió, por derecho propio, en una gran estrella de la pantalla a finales del siglo XX y parte del siglo XXI.
Su figura, y esa enorme presencia que no se cultiva en los gimnasios, es sin duda lo más destacable de este por otro lado humilde, estilizado y a la vez solvente thriller de clara vocación crepuscular que, casualidades de la vida, en cierto sentido no queda lejos del espíritu de la 'Tarde para la ira' de Raúl Arévalo. Mención especial su agriedad, y su talante anclado en un pasado desde el que no deja de mirar hacia el presente. Como ha de ser, ya que nos ponemos.
Una producción claramente "de serie B", que vive de la economía de medios y el pragmatismo de ir al grano, pero al mismo tiempo con esa libertad que proviene del low cost, de no ser un producto de industria (de primera o segunda línea) o un bonito posado de cara a la galería; de tomarse la justicia por su cuenta, y a su manera. Mel lo sabe, tan bien como lo sabe Jean-François Richet, confirmado así como un buen sustituto espiritual de aquel Walter Hill.
'Sangre de mi sangre' es un thriller honesto, enérgico, conciso y fluido que no se anda con tonterías, más no deja de ser una tontería. O lo justo, en ambos casos (y sentidos). Una serie B dicho sea para bien, con orgullo y sin faltar, bien rodada y con pulso de aquí a su final, con poco margen de reflexión o innovación pero un alto concepto del carpe diem, que mañana el momento ya habrá pasado. Y Mel, siempre Mel. Digan lo que digan.
Y quienes estén a favor, que griten muerte.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Siempre hay fuerzas para una batalla más. Nota: 7,5.