'Los ilusionistas 2' - Visto y no visto
Hay películas a las que el factor sorpresa les sienta muy bien. Por ejemplo, 'Los ilusionistas'. Una película que llegó a los cines durante el verano de 2013 sin hacer ruido y de forma discreta, pero qué como se diría en términos futbolísticos, sorprendió al público llegando desde atrás, a lo Gustavo Poyet, y mientras la defensa estaba más preocupada de aquellos blockbusters veraniegos muchos de los cuales, ahora, tres años después, casi nadie se acuerda... no al menos sin echar mano de la conexión de datos del móvil, aquel utensilio que esta inutilizando de forma rauda y veloz no pocos sectores de nuestro cerebro (como el dedicado a la memoria).
Tengo una duda muy seria: no sé si recuerdo 'Los ilusionistas' porque simplemente la recuerdo... o porque han hecho una segunda parte que me la ha recordado. Y es que si bien recuerdo haberla disfrutado como un enano, a la vez me cuesta enormemente recordar algo concreto de ella que no sea su final, por aquello de que en busca de "la sorpresa" retorcía su credibilidad hasta fracturarla. Poco importaba la verdad: si le quitábamos esa parte cual cabeza de langostino, lo cierto es que el filme de Louis Leterrier era tremendamente audaz a la hora de mezclar la narrativa con el golpe de efecto y, como buen político, evitar responder a una pregunta incómoda: ¿era una producción muy inteligente... o muy estúpida? ¿o tal vez el truco estaba en su habilidad para ser las dos cosas a la vez?
Como casi toda secuela que se precie -salvo las dirigidas por James Cameron-, 'Los ilusionistas 2' reincide en las claves de la primera buscando reeditar el éxito de hace tres años, a ser posible y si la suerte acompaña, con la intención de hacer de ella una franquicia. Ahora bien, el factor sorpresa de hace tres años ha desaparecido, y la reincidencia hace que nosotros, como público, ya estemos demasiado prevenidos como para que esforzarse lo justo sea suficiente para embaucarnos de la misma manera. Y así es, 'Los ilusionistas 2' no es capaz de sobresalir de la sombra que supone 'Los ilusionistas', obteniendo con ello lo que más que una continuación instintiva parece un forzado efecto secundario, que sólo funciona en esos momentos que ya nos imaginamos y en dónde el golpe de efecto engulle a la narrativa.
Esto es, la aparente ingenuidad de la primera se ve aquí sustituida por una evidente premeditación, y lo que en aquella parecía un elegante truco de magia en esta se adivina como la burda artimaña de un trilero, y a correr que hay que estrenar en China. Esto es, a pesar de aparentar el mismo espíritu jovial su juego de manos ahora resulta demasiado evidente, especialmente en su oportunismo moral, la naturaleza de su villano o en una trama con fondo impostado que no hacen sino evidenciar una cosa: que no hay sorpresa si haces que la sorpresa sea tu modus operandi. Es fácil deducir lo que va a suceder antes de que suceda. ¿Magia? No, el simple bagaje como espectador que arrastramos, y que demanda una enorme exigencia a la hora de construir un auténtico truco.
Increíble que una película así crea estar necesitada de dar tantas explicaciones a lo que resulta evidente, mientras a la vez se calle ante aquellas cosas que son tan bonitas de mostrar en pantalla como susceptibles de ser virtualmente imposibles. 'Los ilusionistas 2' es una producción difícil de creer... como ya lo era la primera, si bien tres años después ni se ha molestado en guardarse un as bajo la manga ni ha sabido compensar esa evidente falta de "sorpresa" para crear una "sorpresa de verdad". A pesar de aguantar como digno pasatiempo se la ve previsiblemente confiada, conservadora, y a pesar de la jocosidad de un reparto medio de vacaciones, su habilidad no alcanza como para que la respuesta a aquella pregunta incómoda nos parezca este más cerca de la pereza que de la estupidez...
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex