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'Logan: Wolverine' - Olvido

Vía El Séptimo Arte por 03 de marzo de 2017
Imagen destacada Vía El Séptimo Arte por 02 de marzo de 2017

Hay cosas que diferencian a los humanos de los animales, por ejemplo, nuestra capacidad para olvidar o hacer lo que nos da la gana... dentro siempre, claro está, de esa mal llamada libertad marcada por un peaje que casi siempre pagamos y rara vez cobramos. Sobre la existencia de la versión terminada de 'X-Men Orígenes: Wolverine', por comenzar por alguna parte, un mal sueño del que sin embargo sus responsables tomaron apuntes al despertar. De ahí salió 'Wolverine inmortal', una evidente y más que sustancial mejora bastante disfrutable respecto a lo anterior, y con la que esos mismos responsables emitieron un claro mensaje que puede resumirse en una sola palabra: Perdón.

Porque el hombre no siempre tropieza dos veces en la misma piedra, ya sea por instinto o por empeño. Porque puede hacer lo que le de la gana, incluso olvidar aquello que la historia nunca debe de olvidar si no quiere dejar de ser historia.

Si con 'Wolverine inmortal' era obligada, con 'Logan: Wolverine' la referencia ya no lo es. De igual manera que hay quién considera que Indiana Jones sigue siendo una trilogía, porque sí, porque le sale de los huevos y así ya no resulta tan duro levantarse por las mañanas, ahora hay quién puede considerar que Lobezno sólo ha protagonizado dos películas en solitario. Si la anterior fue "el perdón", esta es "el olvido". Y si la primera, hoy en día no más que un contenido adicional de Blu-ray (en su versión sin terminar, por supuesto), simplemente existía por existir como quién baja a comprar el pan en pijama, y en la segunda se aplicó una enorme capa de profesionalidad, sobre todo a la hora de ser tan profundamente respetuosa como para no cagarla, en esta tercera encontramos los beneficios de la confianza que supone haber pasado por estos dos pasos previos (y de no abusar del CGI, también).

Un ejemplo podría ser la que hoy en día sigue siendo una de las mejores películas de superhéroes, 'Spider-Man 2'; básicamente, una evolución de la primera en la que se potenciaron los aciertos minimizando los defectos. Tanto el éxito comercial como el respaldo popular del primer filme revirtieron en el espectador, otorgando la confianza necesaria a sus responsables para hacer el filme que podía ser (y fue). Y esto es lo que viene a suceder en cierto sentido con 'Logan', película que entre otras cosas se diferencia de su predecesora por la sensación, manifiesta, de que ya no carga con sus hombros la necesidad de tener que pedir perdón al espectador. Esto es, ya se siente con la confianza y experiencia necesarias como para a la tercera, ahora sí, hacer una auténtica película que sobresalga por sí misma (sin por ello menospreciar su bagaje existencial, por supuesto).

Aunque 'Logan: Wolverine' no es ni una continuación ni un "lo mismo pero mejor" como tal, y al igual que sucedía entre la primera y la segunda, existe un salto importante en muchos aspectos que nos permite emparejarla con la franquicia de James Bond. El nexo de unión, un personaje de sobra conocido que no necesita de más presentación que barba, cicatrices y unas garras a medio salir. A partir de ahí, y con acierto habida cuenta de la sobre-explotación actual del género, 'Logan: Wolverine' se desmarca trazando un giro similar al emprendido por Christopher Nolan con su Batman: si su trilogía podía funcionar exactamente igual como thriller prescindiendo de sus elementos de cómic, 'Logan: Wolverine' podría funcionar exactamente igual como melancólico western crepuscular, siendo además la película en la que la presencia de Hugh Jackman, con o sin garras, más nos ha recordado al Clint Eastwood del pasado (y ya muy lejano) siglo XX.

Y la referencia a Eastwood no es casual: 'Logan: Wolverine' transmite la misma honestidad de su cine a la hora de hablar del envejecimiento y la debilidad de quién alguna vez fuera "inmortal". Esa honestidad tangible, sencilla pero real, a la hora de dibujar a un antihéroe arisco muy de los 70 y con un aura de trágica oscuridad interior modelada, además, con una ruda y cruda fisicidad muy escasa (en apariencia) de efectos CGI. Y la misma honestidad que otorga la confianza de un estudio, 20th Century Fox, que tras el éxito de 'Deadpool' parece que ha comprendido, por fin, que cuando se trata de un tío con garras en las manos lo normal es que ruede alguna que otra cabeza... y caiga alguna que otra gota de sangre, máxime cuando como es el caso, esa violencia seca, dura y rabiosa tan propia de un animal herido y frustrado como es Logan le sienta como un guante a lo que, una vez visto, no se puede entender sin ella.

'Logan: Wolverine' tiene la virtud de aparentar ser una película de superhéroes que a su vez funciona como película a secas, del mismo que posee la bondad de aquella que resulta entretenida al tiempo que desliza un contenido que, literalmente, provoca que su tono seco, violento... que una textura tan arisca y sentimental como tan pura y propia del cine en blanco y negro, en todos los sentidos, pueda llegar a doler. Esto es, que podamos llegar a sentir algo por aquella que tergiversa la idea del blockbuster que, en teoría, debía seguir a 'Wolverine inmortal'. Como siempre, no se trata de haber inventado la rueda, sino de ofrecer una mezcla poco recurrente y a contrapié con la que dejar una marca personal, reconocible, al tiempo que de forma natural y muy orgánica se retrata el ocaso de un personaje que nunca antes, al menos en lo que se refiere a la gran pantalla, ha sido tan de carne y hueso como para ser virtualmente uno de nosotros.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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