Robar. Eso es lo único que sabe hacer, todo lo que su madre le enseñó antes de desaparecer, esposada a un policía, en el andén de una estación de Metro. Entonces Alex solo tenía ocho años. Cuando volvemos a encontrarlo acaba de dejar el orfanato y está absolutamente solo. Sus posibilidades de encontrar un hueco en el mundo son prácticamente nulas. Sin embargo, lo intenta... Pero domarlo es tan inútil como domesticar a un lobo. Es sólo cuestión de tiempo para que el joven ceda a la llamada de su propia naturaleza. Cuando se quiere dar cuenta está de vuelta en la calle, haciendo lo único para lo que sirve. Y en eso, es el mejor. Pero hasta el más huraño de los animales esteparios sueña con tener compañía.... La mañana que sorprende a Sara robando en un supermercado, su vida da un vuelco. Sara es una ratera ocasional, una colegiala que no tiene más problemas que pensar en la ropa que se va a poner el día siguiente, en los exámenes trimestrales... El ladrón entra en su vida con un halo de misterio y una propuestas delirante: robar juntos, dividir las ganancias... La muchacha necesira emociones. Acepta. Pero el aparente pacto “profesional” esconde un secreto: se han gustado desde el primer momento, y es cuestión de tiempo que su extraña relación pase a mayores... Cuando dan el paso, sus mundos chocan. El ladrón no tiene otro futuro ante sí que acechar en las calles, sobrevivir día a día.. Por el contrario,. Sara tiene mucho que perder: una familia, la posibilidad de estudiar... una vida normal... Como un día hizo su madre por él, ahora, Alex deberá elegir por ella...