Los Canfield y los McKay han heredado una enemistad que ha pasado de padres a hijos. Durante una noche tormentosa en 1810, el patriarca de la familia, John McKay, y su rival, James Canfield, se asesinan mutuamente. Para evitar que su hijo Willie sufra el mismo destino, la esposa de John le envía a Nueva York, donde es cuidado por su tía. Veinte años después, Willie hereda el patrimonio de su padre y debe viajar a su tierra natal para reclamarlo. En un accidentado viaje en tren, conoce a Virgina, una bella joven que le invita a cenar, sin saber que se trata de la única hija de los Candfield, aunque la “ley de la hospitalidad” les prohíbe a los Canfields matarlo mientras sea un invitado en la mansión.