'Utopía' - Toque de alerta
La 'Utopía' de Gillian Flynn tiene un problema, y es ser un remake de la 'Utopía' de Dennis Kelly. Y es que a pesar de que se tome muchísimas libertades al respecto, al que haya visto la anterior no le será difícil anticiparse a buena parte de los giros de la nueva. Al fin y al cabo, es un remake. Por otro lado quien no haya visto la anterior, tal vez, tampoco le será especialmente desafiante en ese sentido, siendo no obstante un factor que en ambos casos puede ser compensando por una realidad que la ha convertido en una producción... tan conceptualmente oportuna.
Tanto, como para que sus responsables hayan decidido advertir al principio de cada capítulo, de cara a los despistados o puñeteros, que no se trata de una producción tan oportunista como cualquiera de esas series rodadas deprisa y corriendo durante el confinamiento que iban sobre el confinamiento, a cada cual peor. No, esta 'Utopía' existe desde que a principios de 2014 se anunció que David Fincher y Gillian Flynn, director y guionista de 'Perdida', se encargarían de ella. En aquel entonces no se había estrenado la 2ª temporada de la 'Utopía' de Dennis Kelly.
Ha llovido mucho desde entonces, y aunque Flynn se ha mantenido al frente del proyecto perdimos a Fincher por el camino. Un cineasta que con su 'Millennium' demostró lo mismo que Matt Reeves con su 'Déjame entrar': Que un remake puede valerse de su original para convertirse en una obra mucho más redonda que aquel. Más que un remake, una versión 2.0, o algo así. Porque un remake, per se, no tiene por qué ser malo. O necesariamente peor. Como tampoco tenemos por qué estar pensando todo el rato cómo hubiera sido esta 'Utopía' en manos de Fincher...
... aunque, de hecho, lo pensemos a menudo. Como a menudo pensemos en la 'Utopía' de Dennis Kelly. Es inevitable. Una obra no necesariamente mejor, en su conjunto, aunque si más interesante y sobre todo con un sello más personal. Es también, por descontado, la original. Y eso vale mucho cuando un remake no pone los huevos sobre la mesa como hicieron los de 'Millennium' o 'Déjame entrar'. Esta nueva 'Utopía' no es una versión perfeccionada de la original, tampoco una completa reformulación o una variación alternativa. Es más una especie de conversión.
Una conversión a un producto de más fácil consumo, por decirlo de alguna manera. Algo que no es necesariamente malo, como tampoco es necesariamente mala esta nueva 'Utopía'; es más, puede que en algún sentido sea incluso mejor que la original. El problema que citaba al principio es otro: Puede que pueda ser relativamente mejor, pero ni es ni parece más interesante. Los mencionados Fincher y Reeves aprovecharon el material original como si este fuera una prueba beta, mientras que 'Utopía' se queda a mitad de camino entre la re-escritura y la re-invención.
Y eso que su primer episodio es más que notable, a la postre sin duda el mejor. Una promesa que no acaba de confirmarse a lo largo de los otros siete, tan dispersos como irregulares y a su vez, tan llenos de detalles como faltos de determinación. Ni el guión ni la dirección logran esa constante rotundidad que tenía la serie original hasta cuando se equivocaba, cosa que hacía no pocas veces. Era "más de verdad". Esta versión sin embargo es más inestable, va y viene. Amenaza con explotar en cualquier instante pero sólo lo hace en momentos determinados. Y anunciados.
Pero sin poner los huevos sobre la mesa y golpear con sus ideas a un espectador que ahora mismo, tal vez, se encuentra viviendo su propio "cómic". Un caldo de cultivo ideal, pero, sin que esta 'Utopía' alcance a ser tan incisiva como lo puede ser un programa de Iker Jiménez. Más bien, lo dicho, una versión apta para el consumo humano. Más... convencional si se prefiere. Más prefabricada. Con valores de producción dignos de una plataforma de streaming y muy por encima de lo permitido en la televisión en abierto, pero con un espíritu institucional parecido.
No ayuda que carezca de un punto y aparte que pueda servir como final, pues conviene advertir que no se trata de una miniserie: Es la primera parte de algo que quedaría incompleto en caso de no haber algo más. Esto es, se reserva y dosifica como buen producto de consumo que desafía nuestras convicciones lo justo como para que no cunda el pánico y dejemos de consumir. Como el periodista, el político o el científico que no buscan la verdad, sino una foto que llene su bolsillo. Y eso, al igual que la comida rápida, entra bien al paladar pero sabe a poco al estómago.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex