'Un traidor como los nuestros' - El tonto útil
Puede que leída tenga su gracia, pero vista de esta manera en la gran pantalla no demasiada. No al menos a través de esta versión que, convertida en la sombra de una obra a buen seguro muy superior, apenas llega a despertar interés más allá de la presencia de su reparto. La diferencia probablemente esté en la prosa, en su capacidad para en manos de alguien como John le Carré dar volumen, crear atmósfera e impregnar de autenticidad a lo que una Susanna White superada por las circunstancias entrega como una suerte de morcilla al horno posteriormente recalentada en el microondas.
La definición cinematográfica de "película muy normalita" se creo para dar cabida a títulos como 'Un traidor como los nuestros'. A decir verdad, si es que existe una única verdad, no se trata de que exista alguna carencia; se trata de la ausencia de elementos que la hagan reconocible por debajo o por encima de esa línea recta que une dos puntos. La intriga que plantea se presenta de manera tosca, rácana, sin como decíamos el volumen, la densidad o ambivalencia necesarias para alejarse del arquetipo convencional, rutinario y esquemático en el que acaba convertida.
Por culpa por un lado del guión, incapaz de dotar de credibilidad o gancho tanto a su historia como a la implicación de un "don nadie" en la misma, un Ewan McGregor un tanto perdido que debía estar pensando si participar en 'Trainspotting 2', cosa que hizo después de rodar esta película... esa falta de credibilidad, también de gancho, es terrible para un relato como este que, sumido en la cotidianidad de nuestro día a día, pretende agitar nuestra moral a través de la modernización de esa "confrontación soterrada" que juega con el mundo como si este fuera su Age Of Empires particular.
Por otro lado también culpa de la mencionada Susanna White, quién parece que se conforma, limita o no puede ir más allá de juntar una pieza con otra parapetada bajo el patrón actual, harto familiar y a la vez tan impersonal como para que su capacidad de estimulación tienda a cero. Ese es el principal delito de esta cinta que, sin ambición, como si fuera una copia de una copia de una copia, se presenta sobre un tablero de juego, el de los espías, como el comparsa que o bien va tan de listo o bien es tan ingenuo que no sabe, sospecha o espera que los demás le utilizarán como el tonto útil.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Comentarios